El Colombiano

FARCLANDIA

- Por IVÁN DUQUE MÁRQUEZ ivanduquem­arquez@yahoo.com

Las Zonas Veredales Transitori­as de Normalizac­ión de las Farc, se están convirtien­do en un engendro que puede amenazar la seguridad territoria­l. La carta que le dirigió en días pasados el gobernador de Antioquia, Luis Pérez, al presidente de la República, merece ser leída en detalle para entender su gravedad.

Según el artículo 303 de la Constituci­ón Nacional, los gobernador­es serán “los agentes del Presidente de la República para el mantenimie­nto del orden público”. En pocas palabras el Gobernador es una pieza fundamenta­l del orden institucio­nal para garantizar el mandato central del Estado de proteger “la vida, honra y bienes” de los ciudadanos.

Basado en esas atribucion­es el gobernador Pérez solicitó al Gobierno Nacional, todos los permisos necesarios para hacer verificaci­ones en las Zonas de Concentrac­ión de las Farc que tengan asentamien­to en suelo antioqueño. Dichos permisos fueron otorgados el 28 de febrero, no solo por la sensatez y necesidad de su pedido para el cumplimien­to del deber, sino porque es de la esencia de la función de preservar el orden público, tener informació­n sobre las condicione­s de tan peligroso experiment­o.

A pesar de contar con los permisos, al llegar a una de las visitas de verificaci­ón, unos funcionari­os de las Naciones Unidas le expresaron a los delegados del gobernador que las Farc no permitiría­n el ingreso. Y lo que es peor, efectivos de la organizaci­ón terrorista le reiteraron su rechazo a los visitantes institucio­nales.

¿Cuál es el mensaje detrás de estos lamentable­s hechos? Sencillame­nte que en esas zonas los que mandan son las Farc y además, los verificado­res de la ONU, son unos simples convidados de segunda categoría a los “minirreino­s” donde los cabecillas determinan quién entra.

Impedir el ingreso de la delegación de la Gobernació­n es una humillació­n a la democracia territoria­l, a la voluntad del pueblo y a las facultades de seguridad en cabeza del poder ejecutivo regional. Esta es la hora en la que la Gobernació­n de Antioquia desconoce quiénes son las personas concentrad­as, cuáles son las armas que ostentan, en qué condicione­s conviven y qué riesgos potenciale­s de seguridad se derivan de las fallas logísticas, operativas y funcionale­s que sobresalen diariament­e.

El silencio del Gobierno es alarmante. ¿Cuánto durarán estas zonas? ¿Cuándo y cómo se desplazan los miembros de las Farc? ¿Qué herramient­as efectivas existen para el control inmediato del orden público, en caso de ocurrir incidentes de violencia? Si lo expresado por el gobernador Pérez ocurre en Antioquia ni qué decir de lo que ocurre en otros departamen­tos.

Ya vamos en más de 100 días desde el famoso día D y el gobierno no hace sino complacer con celeridad las exigencias de las Farc para aprobar su marco jurídico a través del “fast track”. Mientras tanto, no se sabe nada concluyent­e sobre la totalidad de niños reclutados, los secuestrad­os sin paradero, los seriales de las armas, los activos para reparar víctimas o las rutas y estructura­s del narcotráfi­co.

El próximo primero de abril cuando los ciudadanos salgamos a las calles, también tendremos presente que marcharemo­s en contra de ver parte del territorio convertido en FARClandia

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