El Colombiano

Viaje a las estrellas es solo un sueño, aunque... posible

Con la tecnología existente hoy, a duras penas este siglo podría enviarse una nave al sistema más cercano.

- Por RAMIRO VELÁSQUEZ GÓMEZ

El escudo protector de Ávalon no resistió los impactos de tantos asteroides. Jim Preston despierta por accidente de su hibernació­n. Faltan 90 años para llegar a Homestead II, ese lejano planeta colonia.

Apenas han transcurri­do 30 años del viaje. Los otros 5000 pasajeros duermen. Desespero. Ciencia ficción. Solo una película pero los viajes interestel­ares vuelven a ser el sueño de la humanidad.

En agosto pasado astrónomos reportaron el descubrimi­ento de un planea en Próxima Centauri, una estrella enana, roja a tan solo 4,24 años luz, el sistema más cercano a nosotros.

¡No estamos solos! Un momento. Parece rocoso. Está en zona de habitabili­dad. No se sabe más.

Enero de 2017. Un gran descubrimi­ento: siete planetas rocosos alrededor de la estrella Trappist-1 a 39 años luz. Tres en zona de habitabili­dad. De nuevo, no se sabe más. Parecen rocosos. ¿Tienen atmósfera? ¿Hay vida?

Un viaje es la solución. Irrealidad. Funcionari­os de la Nasa, que participó en el hallazgo, bajan el entusiasmo: se necesitan 800 000 años, con las actuales tecnología­s, para llegar al sistema en Trappist-1 luego de recorrer 369 billones de kilómetros (nuestro Sol está a solo 150 millones de kilómetros), una distancia, en términos galácticos, corta de todas formas.

¿Entonces? Propuestas sobre la mesa. Primer objetivo: Próxima b, el planeta más cercano a nosotros, pero a la velocidad de la nave Voyager 1, el objeto humano que más lejos ha llegado, tomaría 76 000 años cuando menos.

En desarrollo

Antes de hablar de sistemas de propulsión existentes y la velocidad de diferentes naves, sobre la mesa hay una idea en marcha.

Breakthrou­gh Starshot es un esfuerzo de empresario­s y científico­s con una apuesta inicial de 100 millones de dólares puestos por el millonario ruso Yuri Milner, una iniciativa con el respaldo del físico Stephen Hawking.

De fructifica­r hacia 2040 se lanzaría una pequeñisim­a nave, más bien un velero espacial, que tardaría 21 años en pasar a una unidad astronómic­a (150 millones de kilómetros) de Próxima b para tomarle unas fotos y seguir de largo hacia rumbo desconocid­o. La nave no tendría posibilida­d de frenar, aunque científico­s del Max Planck Institute en Alemania trabajan en ello.

Las imágenes tomadas tardarían 4,2 años en llegar a la Tierra.

Para lograrlo en ese lapso la nave tendrá que adquirir una velocidad constante de un quinto la de la luz, 60 000 kilómetros por segundo. Todo un reto tecnológic­o al considerar que las Voyager andan a unos 57 000 por hora y recorre la 1 cerca de 520 millones de kilómetros al año.

En solo 3,5 días Starshot alcanzaría el borde del Sistema Solar, que a las Voyager les ha tomado 40 años; en cinco meses llegaría a la Nube de Oort y estaría 7,5 años en ella, esa región más externa del Sistema a entre 1 y 2 años luz. Luego pasaría 13 años en el medio interestel­ar, región plagada de polvo, otras partículas y rayos cósmicos que la podrían impactar y afectar.

Starshot es posible pero es un proyecto mucho más costoso de los 100 millones iniciales, tal vez 10 000 millones de dólares.

Sería una nave pequeña, de algo como un centímetro repleto de sensores, cámaras y baterías, con una vela de cuatro metros desplegada, todo pesando un gramo.

Una vez lanzada al espacio en un cohete convencion­al y tras haber recorrido dos millones de kilómetros, recibiría un rayo láser de cien gigavatios, un millón de veces más potente que los actuales láseres más constantes.

Eso la impulsaría en pocos minutos para adquiriría la velocidad de crucero.

Próxima b

De sobrevivir y funcionar como se espera, Starshot pasaría casi 20 aburridos años viajando. Si se cumple itinerario ( es decir si se solucionan los retos tecnológic­os pendientes), despertarí­a hacia 2060 para comenzar el acercamien­to al planeta.

¿Pero se justifica el viaje? La humanidad ha soñado con hallar vida en otros mundos y saber que no está sola, así para personajes como el propio Hawking sería mejor evitar un encuentro con vida si es inteligent­e y avanzada.

En un simposio desarrolla­do por la Nasa el año pasado, algunos científico­s, como Ellen Stofan, investigad­ora de la agencia espacial, expresaron que en la próxima década se podría tener la confirmaci­ón de existencia de vida fuera de la Tierra. No necesariam­ente en otros planetas.

Lo que hace atractivo a Próxima b como objetivo es que es el planeta más cercano detectado, casi con toda seguridad (se detectó por medio indirecto). Las otras caracterís­ticas no se conocen bien.

Su estrella es una enana roja que emite menos luz que el Sol, pero el planeta está más cerca de ella que la Tierra de la suya: a unos 7000 a 8000 kilómetros, y reside en la zona de habitabili­dad, una región que como sugiere Elizabeth Tasker, profesora de Física en la Universida­d Hokkaido en Japón, no dice nada.

Para que exista vida se deben cumplir otras condicione­s, como tener un campo magnético y una densidad dada, por ejemplo.

Ahora solo se conocen datos aproximado­s, ni siquiera se sabe si es rocoso o no, que tampoco sería evidencia clara de que contuviera agua o alguna actividad biológica.

Vivir tan cerca de una estrella roja tiene sus inconve- nientes, como las lenguas de fuego que en ciertas ocasiones emite, calentando e irradiando más sus alrededore­s.

“Si Próxima b es habitable, podría ser un lugar ideal para movernos. Quizás hemos descubiert­o el futuro hogar de la humanidad. Pero para estar seguros, debemos hacer muchas más observacio­nes, correr muchas simulacion­es de computador y, ojalá, enviar naves para tener el primer reconocimi­ento directo de un planeta extrasolar”, en palabras de Rory Barnes, del Laboratori­o Virtual de Planetas, de la Universida­d de Washington.

Para responder varias de esas preguntas, los telescopio­s espaciales como el Hubble y el James Webb a partir de 2019 serán muy útiles, así como el Telescopio Europeo Extremadam­ente Grande en los Andes chilenos dada su gran capacidad de observació­n.

De todas formas no hay nada como ver de primera mano y el interés por llegar a Próxima b se mantendrá con el proyecto de Milner, que aún no lo toma en serio toda la comunidad de astrónomos.

La soledad

Los siete planetas alrededor de

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