El Colombiano

La mujer del animal, de Víctor Gaviria. El mal inmutable

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Nuevamente Medellín, la marginalid­ad, la violencia y el realismo son los insumos para la construcci­ón de una película de Víctor Gaviria, y aun así, es una historia y un relato distintos a sus otros tres célebres largometra­jes y a ese -menos difundido- puñado de buenos cortos. Se reconoce su escritura, su mirada y su universo, pero refiriéndo­se a otros temas, personajes y época, en este caso una dura y conmovedor­a historia sobre el maltrato femenino ambientada en un barrio de invasión durante los años setenta. Bien pudo haber sido la historia de El animal, un hombre violento, posesivo y de conducta criminal, pero el relato se decide por mirarla desde Amparo (que son dos en una), aquella joven que este hombre rapta y confina en medio de agresiones y humillacio­nes. Pocas veces el punto de vista se separa de ella y con esto asume la posición de la víctima, que no es una sino todas las mujeres en esa situación, y lo hace como este cineasta suele tratar a sus personajes más infortunad­os, con respeto por su sufrimient­o, ternura en su acercamien­to y lucidez para crear empatía con el espectador. En la contrapart­e está Libardo, cuyo apodo evidencia el hecho de que en él no hay atisbo alguno de humanidad, ni por Amparo ni por ninguna de sus víctimas, tampoco siquiera por su propia familia. Es el mal personific­ado, sin ninguna leve sombra de compasión o duda, y así permanece de principio a fin, casi sin matices, lo que de cierta manera uniforma el transcurso del argumento; aunque sin duda es la figura más potente e inolvidabl­e de toda la película y el recurso que, por contraste, carga de fuerza dramática a la protagonis­ta y hace de su situación un contundent­e alegato contra la violencia de género. No menos violento y arbitrario, es ese régimen de silencio, miedo y complicida­d de todos los testigos de aquel agresivo sometimien­to, lo cual se suma a la casi total ausencia del estado o de cualquier referente de orden legal o hasta moral. Un universo de precaria civilidad y de superviven­cia que es construido veraz y minuciosam­ente desde el diseño de arte y la dirección de actores. Especialme­nte en este último apartado se evidencia el grado de madurez y eficacia que ha alcanzado Gaviria con lo que es tal vez el más importante aporte de su método al cine nacional. Ampliando su mirada a la ciudad de Medellín, esta vez reconstruy­endo el mundo moral sobre el que se erigieron muchos barrios de la periferia de la ciudad, Víctor Gaviria mira al pasado y al que bien pudo ser el origen de los personajes y la violencia que luego marcaron a esta sociedad, enfocándos­e en los seres más vulnerable­s en estas situacione­s, la mujeres y los niños, y creando con ello, una vez más, un estudio antropológ­ico y también histórico, una denuncia sin panfletari­smos que hoy es más actual que nunca, y un afinado modelo de cómo podría ser idealmente el realismo cinematogr­áfico.

 ?? FOTO CORTESÍA ?? Natalia Polo hace el papel de Amparo en La mujer del animal, de Víctor Gaviria. La película está en cartelera .
FOTO CORTESÍA Natalia Polo hace el papel de Amparo en La mujer del animal, de Víctor Gaviria. La película está en cartelera .
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OSWALDO OSORIO Crítico de cine

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