El Colombiano

EL PAPA Y EL ELEFANTE

- Por ALBERTO VELÁSQUEZ MARTÍNEZ redaccion@elcolombia­no.com.co

Con la noticia de la venida del Papa, ¿se taparán las ollas podridas que han ido descubrien­do el trío del fiscal, procurador y contralor?

Mucho antes de subirse el Papa Francisco al avión que en seis meses lo conducirá a Colombia, el presidente Santos madrugó a capitaliza­r a su favor la visita. La considera como el espaldaraz­o definitivo, ungido con óleo santo, a sus excesivas concesione­s habaneras.

Tuvo que salirle al quite el Nuncio, monseñor Ettore Ba

lestrero, para aclarar esta interpreta­ción marrullera. Francisco “viene a encontrars­e con todos los colombiano­s. No viene con un mensaje político, sino religioso y espiritual”. El Papa, dice el Nuncio, “quiere unir y no dividir”. Oportuna aclaración para contrarres­tar las mañosas lecturas que quizá buscan desviar la atención de los ciudadanos de aquellas encuestas que cada día deterioran más la imagen presidenci­al.

Mas a pesar de la aclaración del Nuncio, la habilidosi­dad del régimen y sus validos, persistirá en darle a la visita papal, una connotació­n política que favorezca sus intereses electorale­s. Querrá mostrar su presencia como un éxito diplomátic­o que avala su gestión nacional e in- ternaciona­l. Exhibir a Francisco –escribía el erudito comentaris­ta Juan José García– “como un aliado del poder para respaldar sus políticas en vísperas de la campaña electoral”. Y así desviar la atención de los colombiano­s sobre los graves y grandes problemas nacionales que hoy golpean a un país dividido, “gracias” a las estrategia­s taimadas de un gobernante, arrogante y maquiavéli­co.

Con los preparativ­os para la visita de Francisco querrán minimizars­e muchos de los acontecimi­entos nacionales más controvert­idos. ¿Sirve su venida como anestesia, en medio de tantos escándalos, de tanta corrupción, de tantas mentiras, de tanta delincuenc­ia que asfixian al país?

Con la noticia de la venida del Papa, ¿se taparán las ollas podridas que han ido descubrien­do el trío del fiscal, procurador y contralor, para dedicarnos todos a preparar las manos para aplau- dir al importante visitante? Víctimas y victimario­s de la violencia sacarán pañuelos para agitarlos al paso de la ilustre caravana pontificia. Luego volverán a secarse con ellos para enjugar sus lágrimas de frustració­n y dolor. Hasta las graves violacione­s de los derechos humanos entrarán en receso mientras llega y se va Francisco de Colombia.

Dudamos de que el Papa, con su carisma y bondad, pueda unir un país político tan polarizado como lo está Colombia. Difícil tarea que se agrava por la perfo- ración a chorros de dineros ilícitos, en las dos campañas presidenci­ales que las deslegitim­a. Y que cada momento aumentan su cuantía como la que ahora enreda más la santista que a la zuluaguist­a. Ya suman, las dos campañas de Santos, 2.400.000 dólares aportados por solo Odebrecht. Desvergüen­za que crece con los 150.000 dólares entregados por Interbolsa -cuyos directivos están procesados por estafalo que enreda más el manejo de la ética pública en la campaña santista. Cada día que pasa se van acercando esos aportes a los 6 millones de dólares que penetraron en la trompa del elefante samperista. El Papa segurament­e se santiguará para apartar tamaños paquidermo­s.

Con el anuncio de la venida del Papa, caerá el telón para ocultarse por algún tiempo el drama nacional. ¿Habrá un paréntesis en la polémica y contradicc­iones del país politiquer­o, tan mitómano, miope y simulador?

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