PAÍS DE JUECES E INDIGNADOS
Nos creemos jueces; juzgamos sin siquiera ver las pruebas, confrontar la información, tomar una actitud crítica frente a los casos. Somos como un ciego detrás de su lazarillo, dejándonos llevar, solo que en su caso es por impedimento, en el de nosotros, es porque aún pudiendo ver, nos tapamos los ojos...
Lo peor de todo es que estamos convencidos que podemos jugar a ser Dios, a condenar, a despotricar, pero, sobre todo, a hablar y no hacer nada al respecto. Las redes sociales se han convertido en el vertedero de mierda de nosotros los jueces y los indignados, porque también me incluyo ahí, como buena colombiana, que hablamos mucho y hacemos poco.
Recuerdo cómo días anteriores al plebiscito en Colombia y el mundo entero se discutía acerca del tema con un sin fin de argumentos; algunos ciertos, otros falaces, pero lo realmente importante de esto, era cómo debatían en las redes, compartían artículos, inventaban chismes y hasta creaban memes. Al final, cuando no había explicación que valiera, porque lo fundamental era convencer al otro que uno era quien tenía la razón, se trataban de ignorantes y ya no había discusión sino pelea.
Lo mejor de todo fue ver cómo el 2 de octubre de 2016, solo el 37,37 % de la población se paró de su cama a votar, lo que demostró, una vez más, que nos importa poco el rumbo de este país, y que hipócritamente vociferamos una lucha constante por las redes sociales para aparentar que sí estamos al tanto de las novedades políticas, que sí ejercemos nuestros derechos como ciudadanos, pero va uno a ver la realidad y como dirían popu- larmente, del dicho al hecho hay mucho trecho.
Lo que nos toca ahora a los colombianos es aprender a brindar el beneficio de la duda, a dejar de señalar, a informarse mejor y a no tragar entero, porque nos ahogamos. Tenemos el deber, con nuestro país, con nuestras familias, a hacer lo que decimos, porque como reza la frase proverbial “el infierno está empedrado de buenas intenciones”
Tenemos el deber, con nuestro país, con nuestras familias, a hacer lo que decimos.