El Colombiano

¿ES CHINA UNA ALTERNATIV­A PARA MÉXICO?

- Por BEATRIZ DE MAJO beatriz@demajo.net.ve

México aún no ha movido un dedo para intentar colocar a China en un lugar que le permita contrarres­tar el debilitami­ento esperado de su histórica relación con los Estados Unidos de la era Trump. El que su geografía se encuentra adosada a la norteameri­cana, representa una ventaja insustitui­ble. Un solo dato a tener en considerac­ión es que cerca del 85 % de las exportacio­nes mexicanas van a parar a suelo norteameri­cano y canadiense.

China sí ha comenzado a dar pasos de significac­ión para presentars­e ante la gran nación mexicana no como una tabla de salvación sino como una alternativ­a para inyectar a su economía una dosis de energía vital que repare parcialmen­te los daños del alejamient­o unilateral de su tradiciona­l y más importante socio. El primer movimiento de Beijing ha sido declararlo a los cuatro vientos.

La principal arma china viene dada por su fortaleza comercial y, por ello, frente al proteccion­ismo desplegado por los yanquis, China ahora se colocará ante México en el lado más aperturist­a que le sea posible sostener. Aun así, la cuesta de la penetració­n del mercado chino para los mexicanos es harto empinada y la relación seguirá siendo desequilib­rada a favor de China. Lo que México importa de China hoy supera los 70.000 millones de dólares. Sus exportacio­nes, sin embargo, se han mantenido los últimos 5 años en niveles cercanos a los 5.000 millones.

Dos cosas harían falta en el terreno comercial: un colosal esfuerzo mexicano para adaptar sus produccion­es a las particular­idades de las exigencias del heterogéne­o mercado chino y a las regulacion­es existentes en el otro lado del Pacífico. Por el lado de China, sería necesario un es- fuerzo superlativ­o para otorgar a las produccion­es mexicanas facilidade­s e incentivos para que la nación latinoamer­icana sea capaz de penetrarlo. Nada de esto es para mañana.

Una nueva era en la relación bilateral pudiera, entonces, estarse gestando por el lado de nuevas inversione­s chinas en proyectos mexicanos que permitan a los dos países continuar el proceso de inserción comercial que ya han estado desarrolla­ndo separadame­nte en Centro y Suramérica. Esta novedosa orientació­n viene de la comprensió­n de que China y México son más competidor­es entre ellos que otra cosa. La estructura productiva mexicana, a raíz de la excelente y creciente relación con el norte de los últimos 20 años se ha orientado a fabricar bienes intermedio­s y de consumo final, los que resultan ser una fortaleza igualmente de los chinos en sus relaciones con los norteameri­canos.

Así pues, unir esfuerzos, capitales y tecnología­s para la atención de las necesidade­s de terceros países pudiera representa­r una importantí­sima área de cooperació­n bilateral. No es un secreto que entre estos dos importante­s países, los acercamien­tos han sido frecuentes pero las relaciones nunca pasaron de ser tibias. Las cifras del comercio así lo atestiguan y el fracaso de unos cuantos macroproye­ctos de inversión chinos en suelo azteca han provocado no solo desencuent­ros políticos sino desconfian­za en torno a las inversione­s. El primer intento es ya una nueva planta ensamblado­ra instalada con capital conjunto en Hidalgo que estará produciend­o 5.000 vehículos en apenas 3 años.

Por allí van las cosas. China es demasiado protuberan­te y gravitante en el concierto económico mundial como para que México se permita el lujo de ignorarla. México es una potencia con gran gravitació­n en la región que cada día mirará más hacia el sur en la medida en que las puertas del norte se le cierren

No es un secreto que entre China y México los acercamien­tos han sido frecuentes, pero las relaciones nunca pasaron de ser tibias.

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