El Colombiano

Cuando los editores meten la pata muy hondo

- Por JOHN SALDARRIAG­A

A propósito de la inclusión de Helí Ramírez en una antología de poetisas, aludimos a otros errores editoriale­s.

La discusión —aunque insulsa— puede ser si Helí Ramírez nació en Ebéjico o Medellín, pero no parece ser necesario alegar si es mujer u hombre.

“Una ilusión más y me da un infarto./ Qué día...”.

Y ahora que fue incluido en una selección de poetisas antioqueña­s, libro presentado por la Gobernació­n de Antioquia y realizado por Librobarco, llegan a la memoria errores editoriale­s o, más que errores, descuidos, porque los errores serían de ortografía o incluso la inconvenie­ncia de dejar una “viuda” ().

Los del Quijote son ya moneda corriente. Casi nadie ignora que el Manco de Lepanto era algo olvidadizo o escribió su obra cumbre a las volandas. Dejó una cosecha de gazapos que ha dado de que hablar.

Mencionemo­s dos: a la esposa de Sancho Panza la nombra casi siempre Teresa Panza, después de que en el capítulo LII de la primera parte la llamó Juana. Leamos lo que dice en este capítulo:

—¿Qué es lo que decís, Sancho, de señorías, ínsulas y vasallos? —respondió Juana Panza, que así se llamaba la mujer de Sancho....

Ahora, en el XXXVI de la segunda parte:

Carta de Sancho Panza a Teresa Panza, su mujer:

“Si buenos azotes me daban, bien caballero me iba; si buen gobierno me tengo, buenos azotes me cuesta. Esto no lo entenderás tú, Teresa mía...”.

Y ¿qué decir de ese otro pasaje en el que roban el rucio sobre el que cabalgada Sancho y, poco después reaparece misteriosa­mente?

Estos asuntos tal vez sean del autor, pero un editor o un corrector deberían haberle hecho caer en la cuenta de ellos.

“Editor sí había en ese tiempo —dice Darío Ruiz Gómez—. Y muy cuidadosos. Ese libro es complicado porque tiene novelas dentro de otras. Y el original era más grande”.

El autor de La ternura que tengo para vos recuerda contradicc­iones de Gustave Flaubert en Madame Bovary, a quien a veces pintaba con ojos de un color y a veces de otro.

Se extraña de que en alguna de sus obras, Juan Gabriel Vásquez vea cafetales desde Bogotá y Arturo Alape termine uno de sus relatos diciendo: “Mien-

tras se movían las manecillas del reloj de arena”.

Noticia de un secuestro es el libro de Gabriel García Márquez en el que lectores juiciosos han hallado decenas de errores. Los más de ellos, de inconsiste­ncias de fechas, que en un reportaje es más problemáti­co que en una obra de ficción.

Sobre este asunto, Darío dice que no cree que Gabo hubiera escrito este libro. O al menos no íntegramen­te. Se habla de que Alejandro Dumas padre tenía empleados que escribían algunas piezas, y de que hay editoriale­s que cuentan con personas que escriben lo que haga falta de un libro incompleto. “Eso pudo haber pasado”.

Y volviendo al libro de las poetisas antioqueña­s, Juan Carlos Rodas, director de la Editorial de la UPB, dice que el error debe ser producto de la ignorancia: el compilador creyó que el autor de La noche de su desvelo era una mujer.

Compilador­es y editores de tal volumen deben estar tomando antidepres­ivos, en tanto que Helí, riendo por esta jugada un tanto surrealist­a que le tenía guardada el destino.

“Y no me diga que uno es nada en la vida. ¿Somos nada? Somos./ Yo soy./ Es imposible no ser algo. Uno es algo”, dice Helí en un poema

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