JÓVENES SIN MOLDE
La paz de Colombia recae en sus juventudes, seremos los encargados de hacer realidad el sueño de la paz. Con el inicio de la implementación de los acuerdos con las Farc, el inconformismo ciudadano aumenta, sin embargo, la esperanza sigue intacta. Sabemos que la paz no es un asunto de 180 días de entrega de armas ni de una agenda estatal programática, sino que será una construcción de a poco, es una herida que cicatrizará con tiempo, reparación, justicia y democracia.
La paz de Colombia será para y por la próxima generación, muchas mentes maduras ven frustrante y desconcertante esta idea al ver a los millennians en sus ce- lulares inteligentes escuchando canciones de reguetón escandalosas.
Pero la paz de Colombia no podría estar en mejores manos, los jóvenes de hoy son jóvenes sin molde, abiertos al cambio, más tolerantes y apasionados. Jóvenes que no se dejan imponer pensamientos ni estilos de vida sino que crean los propios. Esos que han cambiado sus ideales de conseguir dinero y prestigio por ser felices y darle sentido a la vida. Se aproxima una generación de irreverentes convencidos del poder de luchar por sus ideales que entendemos que la justicia no se logra castigando sino construyendo una nueva sociedad.
Para forjar la paz debemos dejar atrás el resentimiento y cambiarlo por reconciliación, entender que debemos cambiar la mirada y creer en el poder incalculable del perdón. Somos una generación capaz de asumir los retos que la paz implica. Hoy los jóvenes entendemos la guerra pero nos negamos a heredar odio y rencores rancios que no nos dejarán avanzar hacia el perdón.
La juventud de Colombia no está perdida, nosotros en la cotidianidad haremos realidad lo que se ha soñado en La Habana y en el hogar de cada víctima, seremos nosotros quienes alcemos la voz y decidamos cambiar la historia. Porque al fin y al cabo ¿de quién puede provenir el cambio si no es de los jóvenes?
Para forjar la paz debemos dejar atrás el resentimiento y creer en el poder incalculable del perdón.