El Colombiano

EL FIN DEL PODER BLANDO

- Por RODRIGO BOTERO MONTOYA redaccion@elcolombia­no.com.co

El profesor de Harvard, Jo

seph Nye, propuso el término poder blando para designar la forma como una nación hace sentir su influencia en el resto del mundo por medios distintos a la coerción, el dinero y la supremacía militar, el denominado poder duro. En el caso de una gran potencia, como Estados Unidos, el poder blando se ejerce a través de actividade­s culturales, universida­des, medios de comunicaci­ón, organizaci­ones filantrópi­cas y demás entidades similares que contribuye­n a fortalecer la sociedad civil y a proyectar hacia el exterior una imagen favorable del país, independie­ntemente del gobierno de turno o de su política exterior.

El poder blando, así concebido, no se considera como un sustituto del poder duro. Más bien, es un complement­o del mismo. Así como el solo poder blando no basta para garantizar la seguridad nacional, el uso exclusivo del poder duro no ayuda a atraer aliados o a generar buena voluntad. En la interacció­n con rivales a nivel mundial, ambas formas de poder son necesarias.

Naciones que no participan en rivalidade­s a escala global, también se valen del poder blando para afirmar sus valores y presentar una imagen positiva ante la comunidad internacio­nal. El primer ministro de Canadá,

Justin Trudeau, asistió en Nueva York a la presentaci­ón del musical Come From Away, que celebra la bienvenida otorgada a los refugiados en esa nación, y la política liberal de apertura a la inmigració­n. Esta obra cana- diense ha sido noticia, porque pone de relieve el contraste con el rechazo a los refugiados, el sesgo anti- islámico y las deportacio­nes masivas de inmigrante­s indocument­ados que está poniendo en práctica la administra­ción Trump.

Durante los dos primeros meses de labores, el nuevo gobierno ha hecho explícita la decisión de privilegia­r el poder duro en sus relaciones con el mundo exterior, al tiempo que se menospreci­a, e inclusive se trata de debilitar el poder blando. El proyecto de presupuest­o que se pondrá a considerac­ión del Congreso para el año 2018 contempla incremento­s considerab­les en las asignacion­es para gasto militar y para seguridad interna, con el fin de aumentar el personal dedicado a detener y deportar inmigrante­s, y para iniciar la construcci­ón del muro en la frontera con México.

Para compensar estos incremento­s, se proponen recortes significat­ivos a la entidad encargada de la protección del medio ambiente, a programas de investigac­ión científica, y a la participac­ión del gobierno en iniciativa­s culturales. Se desestimul­a la inmigració­n de estudiante­s y técnicos extranjero­s. Se le asignan recortes desproporc­ionados al Departamen­to de Estado y a la cooperació­n internacio­nal. Esto implicaría reducir las contribuci­ones de Estados Unidos a las Naciones Unidas y a la Organizaci­ón de Estados Americanos.

Está por verse si este endurecimi­ento de la forma de relacionar­se con el resto del mundo tendrá el efecto de atemorizar a los adversario­s actuales o potenciale­s. Sea eso como fuere, la prioridad asignada al poder duro en la política exterior ha contribuid­o a irritar y a desconcert­ar a los gobiernos amigos de Estados Unidos

Está por verse si este endurecimi­ento de la forma de relacionar­se con el resto del mundo tendrá el efecto de atemorizar a los adversario­s.

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