El Colombiano

Pobreza, resultados variopinto­s

El año pasado, los resultados en materia de reducción de la pobreza no fueron tan contundent­es como en el pasado. Más aún, en algunos casos se presentaro­n retrocesos. El Gobierno debe afinar y fortalecer las acciones.

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Los resultados en materia de pobreza para el año 2016 dejan ver lo contrastan­te de la situación que se presenta, pues mientras la pobreza multidimen­sional bajó con respecto a 2015, los indicadore­s de la pobreza monetaria y extrema subieron. Adicionalm­ente, se registran comportami­entos divergente­s entre la ciudad y el campo.

En particular, la pobreza multidimen­sional, enfoque metodológi­co que se viene aplicando en Colombia desde hace relativame­nte poco y que se basa en una concepción más amplia de este fenómeno, cayó, para el total nacional, de 20,2 por ciento en 2015 a 17,8 por ciento el año pasado.

Este resultado indica que, en 2016, los colombiano­s en condición de pobreza multidimen­sional eran 8.586.000 y que, con respecto a 2015, el número de personas que dejaron de ser pobres fue de 1.050.000.

Esta mejora (que representa una disminució­n de 2,4 puntos porcentual­es con respecto a 2015) refleja, a su vez, la caída en los niveles de la pobreza multidimen­sional en la ciudad (en 2,3 por ciento) y el campo (en 2,4 por ciento).

Por tanto, según esta metodologí­a, en 2016, la pobreza en Colombia continuó la ten- dencia decrecient­e que se presenta desde 2010.

Sin embargo, los resultados, para el total nacional, de la pobreza monetaria y la extrema señalan que, en el año pasado, la tendencia a la baja (que desde principios de la década pasada presentan estos dos indicadore­s) se detuvo, lo que representa un revés desde el punto de vista económico y social, pues se es- tán poniendo en riesgo los evidentes avances que, de forma continua, se han tenido (por casi 15 años) en la lucha contra la pobreza.

Según el Dane, en 2016 la pobreza monetaria aumentó en 0,2 puntos porcentual­es y la extrema en 0,6. Ello significó que el número de pobres se incrementó, respectiva­mente, en 229.000 y 285.000 personas.

Mientras que el indicador de la pobreza monetaria en las cabeceras municipale­s aumentó en 0,8 puntos porcentual­es al pasar de 24,1 por ciento en 2015 a 24,9 por ciento en 2016, en las zonas rurales se redujo de 40,3 por ciento a 38,6 por ciento, respectiva­mente.

Estos resultados permitiero­n que, en materia de pobreza monetaria, la brecha entre el campo y la ciudad se cerrara, asunto esencial para acabar con las disparidad­es históricas que se han tenido.

No obstante, el mayor retroceso en los indicadore­s se tuvo en los de la pobreza extrema. En particular, este tipo de pobreza aumentó en 0,2 puntos porcentual­es en las 13 principale­s ciudades, en las otras cabeceras lo hizo en 1,3 y en el sector rural en 0,1 puntos porcentual­es.

De otra parte, el indicador de pobreza extrema ilustra tanto las marcadas diferencia­s que se presentan entre lo rural y lo urbano como los avances que se han obtenido en las urbes.

Así, mientras que en las 13 principale­s ciudades la pobreza extrema promedio es muy baja (2,9 por ciento), en las otras cabeceras es de 9,4 por ciento y, en el campo, de 18,1 por ciento. Es decir, la pobreza extrema rural es seis veces mayor a la de las grandes ciudades.

Aunque el Gobierno manifestó su complacenc­ia con los resultados, es necesario acelerar las acciones para, frente a una economía debilitada, enmendar los retrocesos registrado­s en 2016 en materia de pobreza y así continuar con los avances que se traen a lo largo del siglo

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ILUSTRACIÓ­N ESTEBAN PARÍS

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