EL PERIODISMO Y LA DIGNIDAD
La dignidad es un valor inalienable de la condición de ser humano. Casi todas las estructuras políticas y sociales de la actualidad se plantean la búsqueda de mecanismos que permitan favorecer esa condición. Sin embargo, y pese a los esfuerzos que se realizan por hacer eso posible, es innegable que, en muchas circunstancias, ese principio se vulnera de maneras nefastas. Esta es una lucha que aún exige esfuerzos incansables por reconocer a todos el derecho a niveles de respeto mínimos y máximos, si se puede hablar de ellos.
En el periodismo este asunto es también una cuestión engorrosa, bien sea porque las fallas inherentes a los hombres hagan que la labor no dimensione las necesida- des de respetar la dignidad de los otros, bien sea porque del otro lado no se entienda la importancia de darla a esta profesión, bien sea porque se crea que no es necesario dignificar este oficio. Esto es un problema, por supuesto, porque pensar en las condiciones humanas de una sociedad, sin pensar en un ejercicio libre y adecuado del periodismo, es pensar en escamparse de la lluvia debajo de un tejado abierto.
El incidente ocurrido con los colegas luego del partido debut del Deportivo Independiente Medellín en la Copa Libertadores, ante River Plate de Argentina fue un acto de esperanza. Y lo fue porque reafirmó algo que a veces algunos creemos perdido: que un periodista sí puede tener criterio, que nuestra profesión merece respeto, y que (gústenos o no) tenemos una suerte de poder que nos permite resaltar o condenar al ostracismo a personas o a hechos. Esa noche hubo una unidad necesaria, un acuerdo para defender una labor que no solo es bella, sino útil y determinante.
Que los periodistas deportivos colombianos se retiraran de la rueda de prensa que cubrió las declaraciones de Mar
celo Gallardo (director técnico de River), motivados por el mal trato que el jefe de prensa del equipo foráneo tuvo con ellos, es una invitación a todo periodista que entiende lo que representa su profesión: nos exhortaron a recordar que, si bien nuestras voces deben callar para que hablen los demás, somos nosotros quienes tenemos la facultad de comunicar o ignorar esas voces, y que, sin nosotros, la existencia de los desconocidos seguirá siendo nula. Nuestros colegas nos dejaron algo claro: no han de desligarse el periodismo y la dignidad
En el periodismo la dignidad es también una cuestión engorrosa.