SE DAÑA LA FIESTA
Si bien la pobreza multidimensional disminuyó, la pobreza monetaria aumentó. Es decir, más gentes con una canasta familiar desmirriada y unos suel- dos envilecidos por la inflación.
Pero la fiesta no comenzó a dañarse con estas cifras del Dane. La desigualdad sigue siendo el lunar que afea la cara complaciente de un gobierno permeado de derroche y corrupción por todos los costados.
Las últimas cifras del coeficiente Gini –índice que muestra la equidad o inequidad de una sociedad– nos ponen como el país más desigual en Latinoamérica, después de Haití. Hasta Venezuela, Cuba y Ecuador son menos inequitativos. Compartir la cola con Haití es como suicidarse en primavera.
Pero las cosas empeoran a medida que se le mete el diente a Gini. Ocupamos el puesto 8 entre los más desiguales del mundo. Solo nos ganan en estas injusticias sociales, Namibia, Haití, Zambia, Lesotho, entre otros pocos. Estábamos en el puesto 11 entre 141 naciones. Hoy nos deshonran enviándonos al octavo. Una posición para entregár- sela en bandeja de oropel al Papa en su venida a Colombia…
Mas al que no quiere caldo… En el ranquin dado a conocer por la ONU, acerca del índice de desarrollo humano, ocupamos el puesto 95. Están mucho mejor que Colombia todos los países de Norte, Centro y Suramérica. Solo está peor República Dominicana. Y así se incomode el coro de aduladores oficialistas, aparecemos con un déficit fiscal superior a la media latinoamericana. Es la onerosa cuenta que pasan en buena parte la mermelada y el derroche.
Pero aquí cuando no es que se ocultan las verdades, se dicen a medias. Se quiere dorar la píldora de las frustraciones, a base de hipocresías y de engaños. El Estado supone que los colombianos somos tontos de capirote. Que los silogismos con falsas premisas conducen a conclusiones verdaderas. Y que repitiendo mentiras y mentiras con cifras afeitadas, la opinión pública se las trague ingenuamente. Es la perversidad de los mitómanos que suponen que multiplicando falacias, las pueden convertir en verdades reveladas, en axiomas incontrovertibles…
Con tan deplorables posiciones en los mosaicos internacionales del progreso social y los tropezones fiscales, le quedará bien difícil a Santos “terminar con broche de oro” sus dos periodos presidenciales como es su aspiración, manifestada a Yamid
Amat. Y menos seguir minimizando las encuestas –que todas lo rajan– al autoengañarse cuando expresa que “prefiero el dictamen de la historia al dictamen de las encuestas”. Nunca mandatarios anteriores habían llegado a semejante estado de postración de imagen. Y con una historia que le recordará las humillaciones que le ha causado el sátrapa Maduro como acaba de acontecer con la invasión a territorio colombiano de militares venezolanos, que no solo izaron abusivamente su pabellón sino que arrasaron cultivos de desprotegidos campesinos colombianos. Colombia, si bien no puede caer en la trampa bélica, sí debe defenderse con dignidad.
En la medida en que Santos no logre disminuir los deplorables índices de inequidad social y sanear las finanzas, caídas agravadas por la soga al cuello con que lo tiene sujetado Maduro, su imagen podría difuminarse lánguidamente
Es la perversidad de los mitómanos que suponen que multiplicando falacias las pueden convertir en verdades reveladas, en axiomas incontrovertibles.