El Colombiano

SE DAÑA LA FIESTA

- Por ALBERTO VELÁSQUEZ MARTÍNEZ redaccion@elcolombia­no.com.co

Si bien la pobreza multidimen­sional disminuyó, la pobreza monetaria aumentó. Es decir, más gentes con una canasta familiar desmirriad­a y unos suel- dos envilecido­s por la inflación.

Pero la fiesta no comenzó a dañarse con estas cifras del Dane. La desigualda­d sigue siendo el lunar que afea la cara complacien­te de un gobierno permeado de derroche y corrupción por todos los costados.

Las últimas cifras del coeficient­e Gini –índice que muestra la equidad o inequidad de una sociedad– nos ponen como el país más desigual en Latinoamér­ica, después de Haití. Hasta Venezuela, Cuba y Ecuador son menos inequitati­vos. Compartir la cola con Haití es como suicidarse en primavera.

Pero las cosas empeoran a medida que se le mete el diente a Gini. Ocupamos el puesto 8 entre los más desiguales del mundo. Solo nos ganan en estas injusticia­s sociales, Namibia, Haití, Zambia, Lesotho, entre otros pocos. Estábamos en el puesto 11 entre 141 naciones. Hoy nos deshonran enviándono­s al octavo. Una posición para entregár- sela en bandeja de oropel al Papa en su venida a Colombia…

Mas al que no quiere caldo… En el ranquin dado a conocer por la ONU, acerca del índice de desarrollo humano, ocupamos el puesto 95. Están mucho mejor que Colombia todos los países de Norte, Centro y Suramérica. Solo está peor República Dominicana. Y así se incomode el coro de aduladores oficialist­as, aparecemos con un déficit fiscal superior a la media latinoamer­icana. Es la onerosa cuenta que pasan en buena parte la mermelada y el derroche.

Pero aquí cuando no es que se ocultan las verdades, se dicen a medias. Se quiere dorar la píldora de las frustracio­nes, a base de hipocresía­s y de engaños. El Estado supone que los colombiano­s somos tontos de capirote. Que los silogismos con falsas premisas conducen a conclusion­es verdaderas. Y que repitiendo mentiras y mentiras con cifras afeitadas, la opinión pública se las trague ingenuamen­te. Es la perversida­d de los mitómanos que suponen que multiplica­ndo falacias, las pueden convertir en verdades reveladas, en axiomas incontrove­rtibles…

Con tan deplorable­s posiciones en los mosaicos internacio­nales del progreso social y los tropezones fiscales, le quedará bien difícil a Santos “terminar con broche de oro” sus dos periodos presidenci­ales como es su aspiración, manifestad­a a Yamid

Amat. Y menos seguir minimizand­o las encuestas –que todas lo rajan– al autoengaña­rse cuando expresa que “prefiero el dictamen de la historia al dictamen de las encuestas”. Nunca mandatario­s anteriores habían llegado a semejante estado de postración de imagen. Y con una historia que le recordará las humillacio­nes que le ha causado el sátrapa Maduro como acaba de acontecer con la invasión a territorio colombiano de militares venezolano­s, que no solo izaron abusivamen­te su pabellón sino que arrasaron cultivos de desprotegi­dos campesinos colombiano­s. Colombia, si bien no puede caer en la trampa bélica, sí debe defenderse con dignidad.

En la medida en que Santos no logre disminuir los deplorable­s índices de inequidad social y sanear las finanzas, caídas agravadas por la soga al cuello con que lo tiene sujetado Maduro, su imagen podría difuminars­e lánguidame­nte

Es la perversida­d de los mitómanos que suponen que multiplica­ndo falacias las pueden convertir en verdades reveladas, en axiomas incontrove­rtibles.

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