El Colombiano

LA MATRIZ DEL ANIMAL

- Por ARTURO GUERRERO arturoguer­reror@gmail.com

Existe un boicot contra “La mujer del animal”. No político, no es censura oficial ni intriga de la derecha. Se trata de un complot estético contra la cuarta película de Víctor Gaviria.

Alguien sale de su exhibición con el estómago revuelto por la violencia reiterada. De inmediato esparce la alarma: “¡ No la vean, es terrible, pura pornomiser­ia!”. Entonces la gente, edulcorada por Hollywood y hastiada de la sangre de la realidad y de los telenotici­eros, se cierra por dentro. No saben lo que se pierden.

Las feministas contribuye­n. Se fijan únicamente en el relato evidente sobre la mujer apaleada. Piensan que la violencia contra la mujer es el único tema del filme. Les parece excesiva. Así, escamo- tean la lectura poética que suministra la cinta, a la cual es preciso llegar con un poco de reflexión y de comprensió­n de los resortes del arte.

De ahí que el boicot sea de naturaleza estética. Está instalado en el inconscien­te colectivo, se alimenta del rumor. Se deja amedrentar por el miedo que muestran las imágenes. Impide que los colombiano­s nos interrogue­mos sobre las raíces íntimas de tanta sangre vista.

Pues bien, “La mujer del animal” es una indagación por el origen seminal de las violencias de Colombia. Un barrio pobrísimo de las comunas del Medellín de hace 40 años sufre confinado por el pavor. Nadie puede hablar ni irse ni acusar. Un poder ominoso clausura la esperanza.

Los ojos del “mal encar- nado”, como llama el propio director al Animal protagonis­ta, se encargan de vigilarlo todo, de aterroriza­r el aire. Su lenguaje es igualmente demoledor. Las puteadas son la única manera de nombrar a las personas y de suprimirle­s la humanidad.

Lo secunda y protege una cáfila de cuchillero­s que ro- ban carteras y cadenas. Lo datea un muchachito gordo que aprende cómo continuar el asedio del terror por generacion­es. Este terror asoma desde los genes en la cara espantosa de la mamá del Animal, fiel transmisor­a de quién sabe qué pavores y rabias ancestrale­s.

La historia de la mujer del título es la singulariz­ación de esta elegía. Es el Cristo, el chivo expiatorio. Ella representa la tribulació­n de una estirpe condenada en que hombres y mujeres padecen por parejo. Ante una pregunta de Semana sobre la reacción feminista, Víctor

Gaviria así lo asumió: “Algunas activistas dicen que la violencia de género es la matriz de todas las violencias”

Piensan que la violencia contra la mujer es el único tema del filme. Les parece excesiva. Así, escamotean la lectura poética que suministra la cinta.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia