El Colombiano

EDITORIAL

El gobierno de Donald Trump comenzó a desmontar las políticas y programas ambientale­s de su antecesor en contra de las evidencias científica­s. En el Valle de Aburrá sucede algo parecido.

- ILUSTRACIÓ­N ESTEBAN PARÍS

“El gobierno de Donald Trump comenzó a desmontar las políticas y programas ambientale­s de su antecesor en contra de las evidencias científica­s. En el Valle de Aburrá sucede algo parecido”.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, expidió una orden para eliminar las distintas medidas ambientale­s impuestas por su predecesor en la Casa Blanca.

Cumple una de sus promesas de campaña, en la que entonces, como ahora, junto a los asesores que ha designado para cargos en el tema ambiental, ha negado que el cambio climático sea real, llamándolo invento de los chinos.

Aunque varias de las medidas que pretende eliminar tendrán que pasar por nuevo proceso legislativ­o, otras son de desmonte inmediato.

Entre estas figuran terminar la moratoria en la minería de carbón en tierras federales y detener la mitigación de los efectos del cambio climático en las agencias del gobierno.

Busca revisar el Plan de Energías Limpias, bandera de Barack Obama, que imponía restriccio­nes a las plantas energética­s. La meta de la pasada administra­ción era reducir las emisiones 30% a 2030 con respecto a 2005.

Trump analiza si Estados Unidos debe seguir en el Acuerdo de París contra el Cambio Climático, pero el desmonte del control a las emisiones no es el mejor augurio.

A la par la Organizaci­ón Meteorológ­ica Mundial reveló su informe del clima en 2016, en el cual la temperatur­a estuvo 1,1 °C sobre la era preindustr­ial, el más caliente en 132 años de registros. Cada año del siglo ha estado 0,4 °C sobre el promedio 1961 a 1990.

Un calentamie­nto que ha derivado en eventos climáticos extremos más frecuentes. Estados Unidos, de acuerdo con Patricia Espinosa, secreta- ria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, padeció 15 desastres climáticos severos, cada uno con pérdidas mayores a US $1000 millones.

“No hay ningún lugar seguro para ningún país, sea desarrolla­do o en desarrollo”, recalcó la funcionari­a.

En febrero, la concentrac­ión de dióxido de carbono en la atmósfera fue de 404 partes por millón, dos más que en igual mes de 2016, el registro más alto en 800 000 años.

Lo que parece alejado de nuestra realidad toca todo el planeta, como dijo la Señora Espinosa, incluso Colombia. El Ideam reveló que los glaciares avanzan hacia su desaparici­ón en las próximas décadas, situación que aparte de las afectacion­es turísticas y del paisaje, dejaría sin agua a unos dos millones de colombiano­s.

La decisión del Presidente de Estados Unidos no solo parece egoísta con el resto del planeta y contra todas las evidencias, sino que podría desestimul­ar a naciones que han suscrito el pacto para reducir emisiones y estabiliza­r la temperatur­a de la Tierra.

Y así como inquietan las medidas del gobierno Trump, en Medellín los ciudadanos no dejan de preguntars­e y de criticar por qué el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, y la Junta del Área Metropolit­ana se apresuraro­n a desactivar el pico y placa de seis dígitos debido a la emergencia ambiental, cuyas bondades se notaron pronto, pudiendo más los reclamos de algunos sectores que la necesidad de haber saneado más el aire.

Los asuntos medioambie­ntales urgen un gobierno firme. Las personas jurídicas y naturales deben recibir el mensaje contundent­e de que las autoridade­s del Valle de Aburrá van a poner la casa en orden para cuidar el aire que respiramos. Medellín y el Aburrá no pueden cargar con otro estigma: el de la región más contaminad­a del país.

Una determinac­ión, como las del gobierno Trump, en contra de las evidencias

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