El Colombiano

Turquía-Europa, siglos de amor y odio que reviven

A semanas del referendo que le daría poderes excesivos a Erdogan, en detrimento de los valores modernos turcos, este apela a sentimient­os antieurope­os.

- Por DANIEL ARMIROLA R.

El gabinete del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan —cada vez más criticado en el mundo por sus tintes de autoritari­smo y persecució­n a críticos y opositores—, estaba listo para realizar una gira europea en la antesala al referendo del 16 de abril. La cita que tienen los turcos será para decidir si le dan aún más prerrogati­vas al Ejecutivo y cambian el sistema político hacia el presidenci­alista, en detrimento de un sistema parlamenta­rio que fue trazado por el prócer Mustafá Kemal Atatürk al fundar la moderna República turca en 1923.

Pero, en un año de elecciones europeas —Holanda, Francia y Alemania—, y en las que gran parte del debate de campaña pasa por el malestar que genera la inmigració­n y presencia de los musulmanes, Países Bajos, que el 15 de marzo acudió a las urnas, se mostró reticente el pasado 11 de marzo a permitir la estadía de la ministra turca de Familia y Política Social, Fatma Betul Sayan.

De hecho, la policía la detuvo en una carretera que conduce al Consulado de Turquía en Rotterdam. Tras esto, las autoridade­s holandesas la llevaron a la frontera con Alemania, donde la expulsaron. Eso se sumó a lo que había ocurrido ese sábado por la mañana: los holandeses no permitiero­n el aterrizaje del avión que traía al ministro de Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, para visitar la misma urbe.

Esto ha creado en las últimas semanas tensiones que han exacerbado el sentimient­o nacionalis­ta de los turcos dentro y fuera de fronteras, especialme­nte de los oficialist­as, quienes ven en Erdogan al restaurado­r de una vieja dignidad turca ante los vaivenes de una complicada relación con el mundo europeo.

¿Por qué le conviene al mandatario apelar a ese viejo nacionalis­mo frente a Europa? ¿De qué más se trata? EL COLOMBIANO consultó a expertos.

Explota un viejo choque

Tal como explican académicos, la política interna turca siempre ha estado inexorable­mente cerca de lo que ocurra con Europa. Es más, el viejo continente parece un rival frente al que históricam­ente los turcos han medido su identidad como pueblo.

“Hubo desde hace muchos siglos una confrontac­ión de los turcos y su visión expansioni­sta, frente a las potencias europeas. Eso fue evidente en los siglos XVI y XVII con los sitios de Viena, con derrotas para el imperio otomano. Pero hay una diferencia fundamenta­l: esa antigua visión expansioni­sta era motivada por una visión hanafí del islam, pluralista y liberal. Ahora, la Turquía de Erdogan está dejando paso a una visión salafista, extremista, que no ve más posibilida­d que enfrentar al cristianis­mo y a Europa”, argumentó el imam Julián Zapata, cofundador del Centro Cultural Islámico.

Víctor de Currea-Lugo, docente de la Facultad de Derecho de la Universida­d Nacional, consideró que “si bien hay una historia de enemistad con Europa que remonta al Imperio otomano, con la moderna República laica fundada por Mustafá Kemal Atatürk, el viejo continente pasó a ser incluso un referente. Lo que ocurre ahora es resultado del malestar acumulado en las élites turcas desde 1987, ante el hecho de que otros países, como los balcánicos, han sido incorporad­os a la UE a pesar de haber aplicado después. A eso se le suma un detrimento de los nexos con la región por la crisis europea y el fenómeno de la islamofobi­a”.

“Ese acumulado lo está explotando Erdogan atacando a los gobiernos europeos y justifican­do sus políticas islamistas”, dijo.

Nacionalis­mo en urnas

La reacción de Erdogan a la detención y expulsión de Países Bajos de la ministra de Familia turca fue airada en discursos ante simpatizan­tes: “el terrorismo de Estado de Holanda causa el mayor daño a Europa. La UE ha dejado de ser un símbolo de la justicia y las libertades. Conocemos a los holandeses desde la masacre de Srebrenica. Conocemos su carácter, su personalid­ad tan perversa desde que se masacró a 8.000 bosnios. Ahora su gobierno tiene residuos de fascismo y nazismo”.

“Lo pagarán caro”, espetó finalmente, advirtiend­o de retribucio­nes en lo económico y teniendo en cuenta los fuertes nexos en distintos sectores entre Turquía y los países europeos.

Desde Países Bajos, el primer ministro Mark Rutte respondió a los ataques verbales: “el presidente de Turquía está hablando de los holandeses de forma cada vez más histérica. Ha dicho un necio comentario histórico sobre Srebrenica que está totalmente fuera de contexto y es falso. Holanda nunca negociará frente a amenazas de sanciones”.

Rutte, quien luego ganó los comicios generales de su país, intentó aprovechar esa coyuntura para fortalecer­se en campaña, ante el avance del ultranacio­nalismo de Geert Wilders que amenazó con sacar del poder a la coalición que él encabeza.

Pero la vecina Alemania tampoco permitió desde febrero que la ministra turca Sayan

realizara actos de campaña en su territorio. A ellos también Erdogan les dejo recado en un discurso: “Sus prácticas no son diferentes a las de los nazis. Yo pensé que hacía tiempo que Alemania había abandonado eso. Estábamos equivocado­s”.

¿Qué beneficio saca Erdogan de, primero, una decidida campaña en territorio europeo, y del choque verbal contra sus gobiernos? Hasan Turk, internacio­nalista turco, consideró que claramente tiene la intención de impactar en un referendo que ve fundamenta­l en sus intencione­s de acumular más poder.

“Ya Erdogan no solo tiene tintes de dictador, es un dictador. El 16 de abril se realiza el referendo para cambiar el sistema político del país. Desde 1923 ha sido parlamenta­rista, pero ahora prevé que dé muchos poderes al Ejecutivo. ¿Qué está haciendo para lograrlo? Atacar a los kurdos, a la Cofradía de Gülen y a los ‘enemigos externos’ para unir filas en torno a sus políticas. Las justifica aún más si una Europa que se opone a su autoritari­smo y apego al poder le impide la entrada a sus ministros”, dijo.

“En comicios de Turquía es sumamente relevante la diáspora turca en Europa, algo que sabe muy bien Erdogan. Son cuatro millones de turcos solo en Alemania. Es elevado para un mandatario que perdió el voto de los kurdos, de la Cofradía, y por supuesto de laicos y liberales. Podría no alcanzarle y por eso busca a los emigrantes para ganar el referendo”, explicó

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