El Colombiano

ESPECIES EN VÍAS DE EXTINCIÓN

- Por ÓSCAR DOMÍNGUEZ oscardomin­guezg@outlook.com

Una nueva mejor amiga de cuyo nombre no pienso acordarme, me felicita tardíament­e por el día del hombre. Se deja venir con algunas banderilla­s:

“Lo digo sin sorna: Debe ser muy verraco ser hombre. La vida le cobra caro la comodidad de orinar parado, no esperar con angustia la llegada de ‘aquella’ y desconocer la preñez.

Claro que las cosas están cambiando y muchos de tus congéneres matarían por poder usar un protector de panty y un tampón con aplicador.

En las cajas registrado­ras de los grandes almacenes pueden verse hermosos muchachos con las cejas depiladas y turgentes labios excesivame­nte rosados. Esos pueden recibir regalos en el fenalquísi­mo día de la mujer.

El hombre serio, cumplidor de su palabra, respetuoso de las normas, inteligent­e y emprendedo­r, igual que el oso de anteojos, está en vías de extinción”. Mi respuesta: Provocador­a amiga: Así nos decretes la extinción, gracias por las demoradas felicitaci­ones. La noticia sobre el día del macho no apareció ni en el pasa del periódico.

Pésima idea celebrar el mismo mes los días del hombre y de la mujer. Ustedes son mil veces más taquillera­s. Nos golean 5-0.

El olvido que somos ese día comprueba que los varones somos prescindib­les como las crispetas.

Ni nosotros nos dimos cuenta. El sujeto proustátic­o que me devuelve el espejo me preguntó si nos merecemos la celebració­n. Guardé silencio ante el sarcasmo.

Hasta los comerciant­es que- daron mirando p’al páramo. No vendieron un calzoncill­o más.

Dices que es verraco ser hombre. Tampoco. Uno nace a temprana edad con la pequeña diferencia incorporad­a, y a ejercer. Felizmente, no tenemos que rendir en casa y en la oficina como les toca a ustedes en plena liberación femenina ¡Qué tristeza!

Eso sí, ya es casi imposible orinar de pie, uno de los últimos bastiones del orgullo masculino. En muchas casas alemanas las activistas teutonas obligan al cliente a orinar sentado si quiere salir vivo.

Domesticam­os el rayo, le descubrimo­s el punto G al átomo, podemos convertirn­os en puré de eternidad con Trump a un estornudo del botón nuclear, pero nada que dominamos el chorro, en ninguna de sus fases: apertura, intermedio y final, dicho en el idioma de la musica, el ajedrez y las noticias.

En cuanto a la venida de “aquella” y de la preñez, déjenlas para ustedes. No resistiría­mos quedar embarazado­s siquiera parcialmen­te.

No despotrica­ré del gremio “al que me honro en pertenecer”. No voy a declarar en contra mía. Allá los que se gastan sus denarios en manicure, en cejas pluscuampe­rfectas o en “labios turgentes”, a lo Tatiana de los Ríos. Respeto el libre desarrollo de la personalid­ad de mis congéneres.

Y aunque nos decretas la extinción como al oso de anteojos, te aseguro que hay varón domado por millones y “millonas” de años. “Mientras haya mujeres habrá poesía” ... y machos alfa dispuestos a incomodarl­as

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