PROGRESO CLIMÁTICO, CON O SIN TRUMP
La desafortunada y errónea reducción de protecciones ambientales del presidente Trump ha llevado a una creencia amplia y deprimente de que los Estados Unidos ya no puede cumplir con su compromiso bajo el Acuerdo Climático de París. Pero he aquí la buena noticia: está equivocado.
Independiente de los obstáculos que pongan la Casa Blanca y el Congreso, los Estados Unidos pueden cumplir con el compromiso que hicieron en París en 2015 para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que están calentando al planeta. Permítanme explicar por qué, y por qué corregir esa falsa percepción es tan importante.
Quienes creen que el gobierno de Trump terminará con el liderazgo estadounidense en cuanto al cambio climático están cometiendo el mismo error que aquellos que creen que pondrá de nuevo a trabajar a los mineros del carbón: sobreestimar la capacidad de Washington de influir en los mercados energéticos y subestimar el papel que las ciudades, las empresas y los consumidores están jugando en la reducción de emisiones por su cuenta.
Aunque pocas personas se dan cuenta de ello, más de 250 plantas de carbón, casi la mitad del total en este país, han anun- ciado en años recientes que cerrarán o cambiarán a combustibles más limpios. Washington no está cerrando estas plantas; el Plan de Energía Limpia de la administración Obama ni siquiera ha entrado en efecto.
Están cerrando porque los consumidores están exigiendo energía de fuentes que no envenenan su aire y agua, y porque las compañías de energía están ofreciendo alternativas más limpias y económicas. Cuando el cierre de dos plantas de carbón fue anunciado la semana pasada, en el sur de Ohio, la compañía explicó que ya no eran “económicamente viables”. Eso es cierto cada vez más para toda la industria.
Una semana antes de que Trump firmara la orden ejecutiva para empezar a retroceder el Plan de Energía Limpia, el Servicio de Inversiones Moody’s reveló un informe concluyendo que la energía eólica podría desplazar hasta dos terceras partes de la producción de energía con carbón en 15 estados del medio oeste. ¿La razón? El costo promedio de la energía eólica se ha reducido a 20 dólares por megavatio, comparado con el costo de más de 30 por megavatio para la energía de muchas plantas de carbón en la región. ¿Por qué los consumidores pagarían más por una fuente de energía que podría matarlos?
En el 2010, la contaminación del carbón en el aire estaba matando a 13.000 estadounidenses al año, según el Grupo de Trabajo sobre Aire Limpio, un grupo ambiental sin ánimo de lucro. Hoy en día, ese número es de unos 7.500. Cuando los políticos hablan de la “guerra contra el carbón”, nunca mencionan las vidas que se salvan.
No hay prácticamente nada que la administración Trump pueda hacer para evitar que la tecnología avanzada y las preferencias de los consumidores reduzcan aún más la participación del carbón en el mercado. (Hace una década, el carbón era la fuente de casi la mitad de la producción energética americana; hoy ha bajado a un tercio).
Las ciudades también están actuando por interés propio. Al mejorar su calidad de aire y volverse más verde, las ciudades se convierten en lugares más atractivos para vivir y trabajar. Y donde las personas quieren vivir y trabajar, las empresas quieren invertir.
Quisiera que Trump y su administración reconocieran los beneficios de salud, económicos y ambientales de enfrentar el cambio climático. Pero el no hacerlo no es razón para perder las esperanzas
Independiente de los obstáculos de la Casa Blanca y el Congreso, los EE. UU. pueden cumplir con el compromiso que hicieron en París en 2015 para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.