CONTRA LA POLUCIÓN
Una mirada espiritual sobre el cuidado del medio ambiente es oportuna cuando Medellín, en medio de discusiones, toma medidas contra la contaminación. Los textos del Papa en la encíclica Laudato Si son para una lectura meditada:
El medio ambiente que respiramos influye en nuestro modo de ver la vida, de sentir y de actuar. Hay que protegerlo, porque ello acrecienta nuestro sentido de pertenencia, nuestra sensación de arraigo, nuestro sentimiento de «estar en casa» dentro de la ciudad que nos contiene y nos une.
Cuando el ambiente es desordenado, caótico o cargado de contaminación visual y acústica, el exceso de estímulos negativos nos desafía a cambiar las cosas e intentar una identidad nueva, integrada y feliz.
La sensación de asfixia producida por la aglomeración en residencias y espacios con alta densidad poblacional se contrarresta si se desarrollan relaciones humanas cercanas y cálidas, si se crean comunidades.
Es importante que las diferentes partes de la ciudad estén integradas y que los habitantes puedan tener una visión de conjunto, en lugar de encerrarse en un barrio privándose de vivir la ciudad entera como un espacio propio compartido con los demás. Así los otros dejan de sernos extraños, y los podemos sentir como parte de un «nosotros» que construimos juntos.
La calidad de vida en la ciudad tiene mucho que ver con el transporte, que suele ser causa de grandes sufrimientos para los habitantes. Cuando en la ciudad circulan muchos automóviles utilizados por una o dos personas el tránsito se hace complicado, el nivel de contaminación es alto, se consumen cantidades enormes de energía no renovable y se vuelve necesaria la construcción de más autopistas y lugares de estacionamiento que perjudican la trama urbana.
Muchos especialistas coinciden en priorizar el transporte público. Pero algunas medidas necesarias difícilmente serán aceptadas sin una mejora de ese transporte, que muchas veces, (en los buses), significa un trato indigno a las personas.
Cuando haya peligro de daño grave o irreversible, la falta de certeza científica absoluta no es razón para postergar la adopción de medidas eficaces que impidan la degradación del medio ambiente.
Muchas cosas tienen que re- orientar su rumbo (para que podamos superar una crisis de polución ambiental) pero ante todo tenemos que cambiar nosotros. Hace falta la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido. Esta conciencia básica permitiría el desarrollo de nuevas convicciones, actitudes y formas de vida en la ciudad.
Nos necesitamos unos a otros, tenemos una responsabilidad por los demás y por la ciudad que vale la pena ser buenos y honestos. Ya hemos tenido mucho tiempo de degradación moral, burlándonos de la ética, de la bondad, de la fe, del respeto que nos debemos los unos a los otros