El Colombiano

CONTRA LA POLUCIÓN

- Por FRANCISCO DE ROUX franjosede­roux@gmail.com

Una mirada espiritual sobre el cuidado del medio ambiente es oportuna cuando Medellín, en medio de discusione­s, toma medidas contra la contaminac­ión. Los textos del Papa en la encíclica Laudato Si son para una lectura meditada:

El medio ambiente que respiramos influye en nuestro modo de ver la vida, de sentir y de actuar. Hay que protegerlo, porque ello acrecienta nuestro sentido de pertenenci­a, nuestra sensación de arraigo, nuestro sentimient­o de «estar en casa» dentro de la ciudad que nos contiene y nos une.

Cuando el ambiente es desordenad­o, caótico o cargado de contaminac­ión visual y acústica, el exceso de estímulos negativos nos desafía a cambiar las cosas e intentar una identidad nueva, integrada y feliz.

La sensación de asfixia producida por la aglomeraci­ón en residencia­s y espacios con alta densidad poblaciona­l se contrarres­ta si se desarrolla­n relaciones humanas cercanas y cálidas, si se crean comunidade­s.

Es importante que las diferentes partes de la ciudad estén integradas y que los habitantes puedan tener una visión de conjunto, en lugar de encerrarse en un barrio privándose de vivir la ciudad entera como un espacio propio compartido con los demás. Así los otros dejan de sernos extraños, y los podemos sentir como parte de un «nosotros» que construimo­s juntos.

La calidad de vida en la ciudad tiene mucho que ver con el transporte, que suele ser causa de grandes sufrimient­os para los habitantes. Cuando en la ciudad circulan muchos automóvile­s utilizados por una o dos personas el tránsito se hace complicado, el nivel de contaminac­ión es alto, se consumen cantidades enormes de energía no renovable y se vuelve necesaria la construcci­ón de más autopistas y lugares de estacionam­iento que perjudican la trama urbana.

Muchos especialis­tas coinciden en priorizar el transporte público. Pero algunas medidas necesarias difícilmen­te serán aceptadas sin una mejora de ese transporte, que muchas veces, (en los buses), significa un trato indigno a las personas.

Cuando haya peligro de daño grave o irreversib­le, la falta de certeza científica absoluta no es razón para postergar la adopción de medidas eficaces que impidan la degradació­n del medio ambiente.

Muchas cosas tienen que re- orientar su rumbo (para que podamos superar una crisis de polución ambiental) pero ante todo tenemos que cambiar nosotros. Hace falta la conciencia de un origen común, de una pertenenci­a mutua y de un futuro compartido. Esta conciencia básica permitiría el desarrollo de nuevas conviccion­es, actitudes y formas de vida en la ciudad.

Nos necesitamo­s unos a otros, tenemos una responsabi­lidad por los demás y por la ciudad que vale la pena ser buenos y honestos. Ya hemos tenido mucho tiempo de degradació­n moral, burlándono­s de la ética, de la bondad, de la fe, del respeto que nos debemos los unos a los otros

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