El Colombiano

NO ES EL HUMO

- Por JORGE GIRALDO RAMÍREZ calia@une.net.co

Un paciente viejo fue al médico y este le dijo que se fuera a vivir a otra parte; una inmunóloga posteó un mensaje aconsejánd­ole a la gente que abandone Medellín por unos días. Cifras oficiales indican que entre el 2015 y el 2016 las hospitaliz­aciones por infeccione­s respirator­ias se duplicaron (pasaron de diez mil a más de 19.700). Los más hospitaliz­ados fueron los menores de 1 año y los mayores de 65. Se habla de cinco muertes mensuales causadas específica­mente por el aire envenenado desde la crisis del año pasado.

El monitoreo que hacen las autoridade­s es encomiable, si tenemos en cuenta que ninguna otra ciudad lo hace. Se han tomado medidas de mitigación pero la ciudadanía espera que se pongan en marcha planes estructura­les para resolver la situación. En especial, debe entender- se que la alerta naranja significa peligro para niños, viejos y personas con problemas respirator­ios, quienes representa­n al menos una cuarta parte de la población. La inactivida­d ante la alerta naranja es una desconside­ración hacia la población vulnerable.

Tenemos que trabajar en tres frentes: corrupción, grupos de presión y ciudadanía.

El gerente de la Andi advirtió que “hay talleres en la ciudad que cuadran el motor del vehículo para que pase las pruebas y que también hay tramitador­es que falsifican los certificad­os” de tecno-mecánica ( Juan Camilo

Quintero, “El aire que tenemos es resultado de todos”, El Colombiano, 28.03.17). Hay 50 centros de diagnóstic­o automotriz en el Valle de Aburrá sin ningún incentivo para actuar de acuerdo a la ley. Muestreos de la Alcaldía de Medellín indican que el 53 % de los vehículos que transitaro­n la semana pasada no cumplían la norma. Estamos ante un problema de corrupción que compromete a trasportad­ores y centros de diagnóstic­o.

La presión de ciertos grupos de interés –principalm­ente Fenalco– está basada en imprecisio­nes y particular­ismos que bloquean, a veces, a las autoridade­s. Un ejemplo fue su pronunciam­iento, difundido por El Colombiano (“Pico y placa afecta productivi­dad”, 27.03.17). El periodista no hizo ningún aporte y al final no parecía una noticia sino un publirrepo­rtaje. Lo que sí afecta la productivi­dad son las consultas médicas, incapacida­des y la mortalidad prematura. Ningún interés particular debe obstaculiz­ar el bien común.

Los problemas de cultura ciudadana en Medellín se han agravado según los estudios de Medellín cómo Vamos y Corpovisio­narios. El tránsito es una muestra. En plena emergencia, entre el 23 y el 26 de marzo, las autoridade­s de tránsito aplicaron 2.341 comparendo­s, de los cuales dos terceras partes correspond­ían a pico y placa. ¡Más de 1.600 personas intentaron burlar el pico y placa! ¿Cuántas lo lograron? ¿Cuántas más sacaron el otro carro?

Los problemas de coordinaci­ón de la acción colectiva, eficacia de la norma y vigilancia de los actos de los particular­es dependen del liderazgo de las autoridade­s. No hay tutía

La presión de ciertos grupos está basada en imprecisio­nes y particular­ismos.

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