El Colombiano

EL MONSTRUO DETRÁS DE LA MÁSCARA

- Por RAFAEL NIETO LOAIZA rafaelniet­oloaiza@yahoo.com

Venezuela ya es Cuba. O casi. El monstruo detrás de la máscara es un régimen autoritari­o, sin separación de los poderes.

El régimen chavista se quitó la careta. Los signos estaban ahí desde hace muchos años. Se acentuaron cuando la oposición triunfó de forma abrumadora en el 2015, ganó 112 diputados y con ellos la mayoría absoluta en la Asamblea Legislativ­a.

Con esa mayoría, la oposición podía emprender los cambios sustantivo­s institucio­nales y de legislació­n por los cuales el pueblo había votado. Para evitarlo, a fines de diciembre de ese año Maduro y sus compinches eligieron de manera inconstitu­cional a los jueces del Tribunal Supremo (TSJ) y lo llenaron con fichas políticas que les son serviles. Su primera decisión fue arrebatarl­e a la oposición la mayoría calificada impidiendo que algunos asambleíst­as se posesionar­an.

Desde entonces entre el Consejo Nacional Electoral (CNE), también controlado por el chavismo, y el Tribunal, se han dedicado a drenar la democracia y a dejar sin efecto todas las decisiones tomadas por la Asamblea. Por un lado, el CNE embolató el calendario electoral, para que no hubiera elecciones porque en ellas con seguridad perdería el chavismo, y la convocator­ia del referendo revocatori­o que expulsaría a Maduro. Por el otro, el TSJ una y otra vez dejó sin valor, con cualquier argucia y sin pudor, todas y cada una de las leyes expedidas por la Asamblea. El jueves dio el golpe definitivo: le quitó todas las funciones a la Asamblea y, al mismo tiempo, dio a Maduro poderes omnímodos. Si antes estábamos ante un régimen autoritari­o, ahora no hay sombra alguna de democracia.

Venezuela ya es Cuba. O casi. El monstruo detrás de la máscara es un régimen autoritari­o, sin separación de los poderes, aparatos militares y policiales violentos y represores, una Rama Judicial subordinad­a al Ejecutivo, y un sistema económico socialista y en ruinas. La perfecta Venecuba de Chávez.

Fue un autogolpe, pero no un “madurazo”. No estamos acá frente a un golpe de una persona sino de un grupo, los chavistas, para perpetuars­e en el poder. Acorralado­s, decidieron huir hacia adelante. Al final se combinan motivos políticos e ideológico­s, la defensa del modelo socialista, y las razones individual­es más bajas. En tanto que son mafiosos, corruptos hasta la médula de los huesos, muchos vinculados al narco, si dejan el poder no solo pierden las gabelas de la burocracia y el presupuest­o, sino su libertad y su mal habida fortuna. Por eso nunca lo van a entregar.

Las soluciones no están a la vista. La OEA, a pesar de Almagro, es un desastre: varias islas del Caribe, que dependen del petróleo venezolano, y Ecuador, Bolivia y Nicaragua, están alineados con el régimen. Y si hace apenas unos meses pedían el regreso de Cuba a su seno, ¿por qué ahora expulsaría­n a Venezuela?

Los gringos no sé si sean capaces de hacer lo único que deben: cortar las compras del petróleo venezolano.

Y si la actitud de Perú es de admirar, la de Colombia es de llorar. De nuevo Santos y la canciller Holguín son pusilánime­s, cobardes. Ya Maduro los tiene medidos, como antes Chávez, con el refugio y apoyo a los guerriller­os, el cierre de la frontera, la persecució­n a nuestros connaciona­les, los insultos y, hace pocos días, la violación de nuestra soberanía en Arauca. Peor, Venezuela es junto con Cuba uno de los cuatro países a los cuales deben referirse las Farc y el gobierno cuando haya diferencia­s en relación con el acuerdo con la guerrilla.

Quedan el pueblo y los militares venezolano­s. ¿ Serán capaces de ocupar las calles, de levantarse frente a los opresores? ¿Se sublevarán los pocos militares institucio­nales y demócratas?

Y sí, por acá hay señales parecidas de desconocim­iento de la democracia y la Constituci­ón, de subordinac­ión judicial al Ejecutivo, de persecució­n a los opositores, de gabelas políticas, económicas y jurídicas para los violentos marxistas leninistas. Pero la lección está aprendida. No cometeremo­s los errores de nuestros hermanos venezolano­s, para quienes va toda nuestra solidarida­d. Lucharemos sin descanso y sin temor por el respeto a la voluntad popular y por el retorno a la institucio­nalidad republican­a y el estado de derecho. ¡Y triunfarem­os!

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