EN EL AVATAR, VOTA
No se necesita ser experto en procesos electorales ni políticos para darse cuenta que para las próximas elecciones los colombianos debemos votar por el que mejor represente nuestros intereses. Ante los hechos acontecidos en Venezuela todos tenemos la obligación de defender nuestro derecho a decidir sobre qué queremos en nuestro territorio y subterritorio, a defender la democracia que todavía nos queda. Mi petición radica en dos hechos recientes.
El primero tiene que ver con los resultados locales de la semana pasada en Cajamarca, en donde por un aplastante casi 99 % a 1 % la gente decidió, a través de una consulta popular, que no quiere actividades mineras en el municipio. El otro fue la sorprendente reacción del gobierno central desaprobando el manifiesto popular, pacífico, alegre y democrático de una provincia.
Como en la época del virreinato español, todavía Bogotá rechaza de manera amenazante el clamor de un pueblo por agua y no por oro. ¿No se supone que estamos en un proceso de paz y que el gobierno debería estar feliz porque un municipio en conflicto se manifiesta a través de un voto y no de un arma? ¿Acaso no deberían estar felices porque un pueblo prefiere a largo plazo agua con calidad, bosques protegidos, suelos productivos para su familia, alimentos, ecosistemas y paisaje?
En Cajamarca todavía están esperando la felicitación del gobierno y de las autoridades ambientales a la gente que promovió este modelo de participación por la paz que garantiza la conservación de los recursos naturales y que inclusive visibiliza la constitucional “consulta popular” que estaba estratégicamente escondida.
No se entiende cuál es la molestia. Hoy, Cajamarca prefirió el agua, mañana será otro municipio que prefiera minería. Las dos decisiones deben ser igualmente respetadas. Como en el fútbol. Esos son los resultados del desempeño en el partido.
Y como los analistas de fútbol, ese era el resultado que se esperaba. No solamente en Cajamarca o en Colombia, sino en todo el planeta. La gente en todas partes se cansó de no tener autoridades ambientales que defiendan sus derechos. Si no que lo digan ahora las nuevas decisiones y nuevos conflictos con los pueblos norteamericanos.
Desde hace unos veinte años globalmente la estrategia por eliminar la función de defender los derechos de los ciudadanos relacionados con el medio ambiente fue poco a poco implementándose. Negar licencias y permisos de proyectos que causan inviables impactos am- bientales y sociales en cualquier territorio es muy raro, y el respeto por las decisiones de las partes a nivel municipal tanto de los recursos del subsuelo como del suelo no son asegurados.
Muchas empresas nacionales o multinacionales traspasaron las reglas del país de interés, y han cometido el error de imponer a través de su poder económico y comercial sus propias reglas. Y muchos países, departamentos o municipios cayeron en la tentación de aceptar, someter y subordinar sus políticas domésticas sociales o ambientales a las de sus oferentes. La gente se cansó. La riqueza prometida para esos municipios no se vio. Es normal que ahora busquen otro modelo. A Cajamarca se le debe dar la misma garantía y oportunidad de crecer.
Uno de los geólogos más famosos que ha tenido la historia de la humanidad, Ale
xander von Humboldt, criticaba todos los aspectos del poder colonial español sobre Latinoamérica “desde la explotación de los recursos naturales y la destrucción de los bosques hasta los malos tratos a los pueblos indígenas y los horrores de la esclavitud”, frase extraída del libro “La Invención de la Naturaleza”, de
Andrea Wulf. Dos siglos después, la República sigue igual.
Entonces lo que interpreto de la preocupación, no es que un pueblo haya decidido por el agua en vez de los recursos minerales subterráneos o superficiales, sino que haya decidido. Bienvenidos a la era del Avatar. Un oficial conflicto jurídico, técnico y social por la Tierra. Que de acuerdo a las declaraciones, esto hasta ahora comienza. Para continuar, en las próximas elecciones, para defender la democracia, vota