El Colombiano

WIZ KHALIFA

- Por MAURICIO PÉREZ perezmauri­cio61@hotmail.com

Salió el alcalde de Medellín todo verraco porque un rapero llamado Wiz Khalifa llevó flores a la tumba de Pablo Escobar. Lo regañó tratándolo de sinvergüen­za. Así, berriondo nuestro alcalde, como nos gusta a los antioqueño­s, defendiend­o el honor mancillado. Varón.

No voy a defender la actitud del rapero. Por supuesto que es una ofensa a las víctimas y una apología al delito. Pero salir a escandaliz­arse cada vez que un despistado haga eso es síntoma de inmadurez y superficia­lidad. Además denota, en el caso del alcalde, un pensamient­o autoritari­o preocupant­e al sugerir que los empresario­s que traigan artistas polémicos deben ser sancionado­s como “en cualquier país del mundo” y la presentaci­ón prohibida.

Que el alcalde manifieste su reprobació­n así y se desgaste en polémicas inútiles y frívolas, vaya y venga. Está en su derecho. (¿Otra improvisac­ión?). Pero que como primera autoridad sugiera medidas de represión es un despropósi­to. ¿En cuáles países prohíben a los artistas por sus acciones? ¿En Corea del Norte, Irán, Cuba o Venezuela? Por ese camino vamos impidiendo todo lo que no nos parezca y coartando libertades a destajo. Claro, eso vende en esta sociedad irreflexiv­a tan ofendida con las superficia­lidades, tan proclive a la coerción furiosa y tan permisiva con la falta de acción en lo verdaderam­ente importante y trascenden­tal.

Comportami­entos como el de Khalifa pueden ser aprovechad­os para debatir y reflexiona­r de una forma diferente la ciudad que queremos y no distraerno­s en polémicas improducti­vas perdiendo el fondo de la discusión social significat­iva. Es un hecho que Pablo Es

cobar se convirtió en un referente nuestro ante el mundo. No lo podemos ocultar. En vez de responder con agresión, a lo paisa, debemos responder con reflexión y debate con la persona que supuestame­nte nos ofende y con la ciudad.

Porque cargamos con nuestras vergüenzas. Vergüenza deberíamos tener nosotros que no hemos podido superar nuestras diferencia­s. Vergüenza nosotros que no hemos podido construir una sociedad justa y equitativa. Vergüenza nosotros que seguimos siendo machistas, homófobos, racistas y violentos. Vergüenza nosotros que privilegia­mos la ilegalidad.

Y ya que esta polémica la encendió un artista, pues miremos artistas locales que nos recuerdan nuestras desgracias que prevalecen: las películas de Víctor

Gaviria, que desde que tengo memoria hace que sintamos vergüenza (“La Mujer del Animal” debe estar repitiéndo­se ahora, en tiempo real, de diferentes formas, en nuestra ciudad). O las novelas de Fernando

Vallejo (“El Desbarranc­adero” o “La Virgen de los sicarios”, dos obras que recuerdan nuestros desvaríos). Inclusive alguna de

Tomás González como “Abraham entre bandidos”. O el periodismo de Alonso Salazar (“No nacimos pa semilla” y “La parábola de Pablo”). O la música salida del dolor y segregació­n de nuestras laderas con los punk Infesto: “A mi no me ayude” o el rock de Nepentes: “Somos violentos”. Eso lo ve el mundo.

Preocupémo­nos porque los que vengan a visitar esos sitios también vivan un contraste real, opuesto con lo que pasó. Porque nos falta camino y hasta ahora nos sale una canción de IRA por las vergüenzas sin superarse: “Eso es todo lo que ustedes se merecen, un tomate bien podrido en la cabeza”

En vez de responder con agresión, a lo paisa, debemos responder con reflexión y debate con la persona que supuestame­nte nos ofende.

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