El Colombiano

¿EL RELOJ DEL FARC-TRACK?

- Por IVÁN DUQUE MÁRQUEZ redaccion@elcolombia­no.com.co

No hay duda que la paz debe ser un objetivo de una sociedad libre. No hay paz sin en el ejercicio pleno de las libertades y no hay ejercicio pleno de las libertades sin el imperio de la ley. A su vez el imperio de la ley requiere una justicia ejemplariz­ante que castigue al crimen sin relativiza­rlo en función de la ideología de los victimario­s.

Hoy todo parece al revés en Colombia. Una minoría armada se ha convertido en el arquitecto de las institucio­nes y sus crímenes parecen haberles dado el derecho a exigir todas las medidas que reivindi- quen la falsa idea de las “causas objetivas de la rebelión”.

La anestesia institucio­nal y la carencia de independen­cia entre poderes siembra escalofrío. Las Cortes terminaron aceptando una refrendaci­ón hechiza en contra de las mayorías y el Congreso terminó rindiéndos­e a los pies de un gobernante que no tiene límites para modificar el orden Constituci­onal, para complacer las presiones de los más sanguinari­os verdugos del pueblo colombiano. Tan sencillo como eso, el Congreso solo puede modificar lo que el Presidente le permita en el procedimie­nto legislativ­o especial.

El mal llamado Fast-track es un FARC-Track. Todo se legisla con el visto bueno de un grupo terrorista que pasó de la agonía a la supremacía política en los últimos 7 años. ¿Qué han logrado? La lista lo dice todo. El narcotráfi­co será un delito amnistiabl­e si fue realizado para financiar, promover y ocultar la rebelión. Han logrado la plenitud de los derechos políticos sin tener que rendir cuentas ante la justicia y aún pasando por ella. Han edificado una justicia a la medida de sus pretension­es de impunidad, donde la “verdad” es canjeada por la no sanción efectiva y proporcion­al.

Ahora por cuenta del FARCtrack pretenden ser los escultores de un Estatuto de la Oposición. Aunque era un manda- to constituci­onal desde 1991, que el Congreso había ignorado al no darle vida, ahora por cuenta de elevar al terrorismo a la figura de “oposición política” serán sus exigencias las que darán vida a las normas que regirán el ejercicio del antagonism­o institucio­nal.

Pero la complacenc­ia no termina ahí. Mediante el FARCtrack pretenden darle un “golpe de Estado” a la Registradu­ría Nacional del Estado Civil e instaurar un nuevo sistema electoral, a un año de elecciones de Congreso y Presidente. También por la vía Express pretenden cambiar el sistema de regalías, destinando recursos para el llamado “posconflic­to”. En esta nueva arquitectu­ra institucio­nal falta la agenda de la Reforma Rural Integral, que será el vehículo por medio del cual las FARC pretenden montar su plataforma de populismo agrarista y activación de la protesta social.

Con la implementa­ción de los acuerdos por la vía del FARC-track se está construyen­do una nueva Constituci­ón, desconocie­ndo el mandato popular del 2 de octubre de 2016. Todos estos atropellos son una afrenta a nuestra democracia y merecen que los colombiano­s construyam­os una verdadera plataforma de cambio en la cual la paz sea la consecuenc­ia del triunfo de la legalidad sobre el crimen y no todo lo contrario

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