¿EL RELOJ DEL FARC-TRACK?
No hay duda que la paz debe ser un objetivo de una sociedad libre. No hay paz sin en el ejercicio pleno de las libertades y no hay ejercicio pleno de las libertades sin el imperio de la ley. A su vez el imperio de la ley requiere una justicia ejemplarizante que castigue al crimen sin relativizarlo en función de la ideología de los victimarios.
Hoy todo parece al revés en Colombia. Una minoría armada se ha convertido en el arquitecto de las instituciones y sus crímenes parecen haberles dado el derecho a exigir todas las medidas que reivindi- quen la falsa idea de las “causas objetivas de la rebelión”.
La anestesia institucional y la carencia de independencia entre poderes siembra escalofrío. Las Cortes terminaron aceptando una refrendación hechiza en contra de las mayorías y el Congreso terminó rindiéndose a los pies de un gobernante que no tiene límites para modificar el orden Constitucional, para complacer las presiones de los más sanguinarios verdugos del pueblo colombiano. Tan sencillo como eso, el Congreso solo puede modificar lo que el Presidente le permita en el procedimiento legislativo especial.
El mal llamado Fast-track es un FARC-Track. Todo se legisla con el visto bueno de un grupo terrorista que pasó de la agonía a la supremacía política en los últimos 7 años. ¿Qué han logrado? La lista lo dice todo. El narcotráfico será un delito amnistiable si fue realizado para financiar, promover y ocultar la rebelión. Han logrado la plenitud de los derechos políticos sin tener que rendir cuentas ante la justicia y aún pasando por ella. Han edificado una justicia a la medida de sus pretensiones de impunidad, donde la “verdad” es canjeada por la no sanción efectiva y proporcional.
Ahora por cuenta del FARCtrack pretenden ser los escultores de un Estatuto de la Oposición. Aunque era un manda- to constitucional desde 1991, que el Congreso había ignorado al no darle vida, ahora por cuenta de elevar al terrorismo a la figura de “oposición política” serán sus exigencias las que darán vida a las normas que regirán el ejercicio del antagonismo institucional.
Pero la complacencia no termina ahí. Mediante el FARCtrack pretenden darle un “golpe de Estado” a la Registraduría Nacional del Estado Civil e instaurar un nuevo sistema electoral, a un año de elecciones de Congreso y Presidente. También por la vía Express pretenden cambiar el sistema de regalías, destinando recursos para el llamado “posconflicto”. En esta nueva arquitectura institucional falta la agenda de la Reforma Rural Integral, que será el vehículo por medio del cual las FARC pretenden montar su plataforma de populismo agrarista y activación de la protesta social.
Con la implementación de los acuerdos por la vía del FARC-track se está construyendo una nueva Constitución, desconociendo el mandato popular del 2 de octubre de 2016. Todos estos atropellos son una afrenta a nuestra democracia y merecen que los colombianos construyamos una verdadera plataforma de cambio en la cual la paz sea la consecuencia del triunfo de la legalidad sobre el crimen y no todo lo contrario