EL DESTINO DE LA REGALÍAS
Es evidente que las regalías no son de la comunidad científica, son de los gobernadores de turno. La situación de inversión en Colombia desde lo público es una vergüenza.
Resulta frustrante para el país que el sistema nacional de regalías, iniciativa que en su momento fue la esperanza del sistema científico-tecnológico, haya terminado desvirtuado gracias al mal diseño de los filtros de selección de las iniciativas. He tenido la oportunidad de estar en las mesas de priorización de los proyectos, muchos de ellos de importancia científica e impacto para la comunidad, y no deja de ser desalentador ver cómo son rechazados, porque no son prioridad de algún gobernante. Peor aún, los proyectos superan esta primera instancia, y como es potestad de los gobernadores asignar los recursos por orden de preferencia, los primeros que se descartan son los de la comunidad científica generalmente y se priorizan los del gobierno de turno. Así las cosas, es evidente que las regalías no son de la comunidad científica, son de los gobernadores de turno. Muy triste: tanto trámite y filtro para terminar siempre en lo mismo.
La situación de inversión en Colombia desde lo público es una vergüenza. El Gobierno achaca las no ejecuciones a malos proyectos, los proyectos de ciencia son eliminados por algunos gobernadores y muy pocos pasan el OCAD – Órgano Colegiado de Decisión– precisamente por ser proyectos que poco se acercan a la lógica de Ciencia, Tecnología e Innovación, pero no se entiende que proyectos de asaderos de pollo sí pasen. Años atrás Aníbal Gaviria y
Sergio Fajardo acordaron de palabra, que trabajarían de manera conjunta para tener buenos proyectos y que el 50 % de las regalías irían a Medellín y el otro tanto a las regiones. El resultado de este pacto es contundente: $120.000 millones, 9 universidades, 33 empresas y 5 Centros de Desarrollo Tecnológico alrededor de los proyectos, en Telesalud 117 municipios impactados en más de 33.000 personas, con el proyecto de banco de Tejidos, 525 donantes atendidos, 1.080 unidades de tejido ocular rescatadas, 20 trasplantes exitosos. En materia de simuladores se desarrollaron 18 en el área de la salud, en energía, celdas solares na- noestructuradas, dispositivos para control de zika, malaria y dengue, monitoreo cardíaco por nanosensores, en fin, una larga lista. A principios del año pasado La Contraloría General de la República puso a Ruta N como ejemplo de manejo de regalías.
El titular de hace unos días sobre las regalías invertidas en asaderos de pollos no puede ser la razón para desviar los re- cursos del sistema a vías terciarias. No es posible que se aduzca que por malos proyectos y mala ejecución, la solución sea invertir en otras áreas. Es imperativo revisar el proceso de selección de los proyectos. Desde la Andi y el Consejo Privado de Competitividad, lo hemos advertido, si Colombia no llega rápidamente al 1 % de inversión en Actividades CTi, siendo las regalías fundamentales para ello, el promedio de los países latinoamericanos nos superarán en inversión y probablemente en capacidades. Es triste ver cómo la Locomotora de la Innovación de Santos nunca arrancó y lo peor, nunca se volvió a hablar de ella, mientras tanto centros de desarrollo tecnológico como la CIB o Tecnnova, pasan dificultades que los dejan al borde de la liquidación. ¿Será que por esto es que seguimos siendo un país subdesarrollado? ¿Será que en algún momento tendremos un presidente que sí invierta en CTi seriamente?