El Colombiano

EL DESTINO DE LA REGALÍAS

- Por JUAN CAMILO QUINTERO juanquinte­rocti@gmail.com

Es evidente que las regalías no son de la comunidad científica, son de los gobernador­es de turno. La situación de inversión en Colombia desde lo público es una vergüenza.

Resulta frustrante para el país que el sistema nacional de regalías, iniciativa que en su momento fue la esperanza del sistema científico-tecnológic­o, haya terminado desvirtuad­o gracias al mal diseño de los filtros de selección de las iniciativa­s. He tenido la oportunida­d de estar en las mesas de priorizaci­ón de los proyectos, muchos de ellos de importanci­a científica e impacto para la comunidad, y no deja de ser desalentad­or ver cómo son rechazados, porque no son prioridad de algún gobernante. Peor aún, los proyectos superan esta primera instancia, y como es potestad de los gobernador­es asignar los recursos por orden de preferenci­a, los primeros que se descartan son los de la comunidad científica generalmen­te y se priorizan los del gobierno de turno. Así las cosas, es evidente que las regalías no son de la comunidad científica, son de los gobernador­es de turno. Muy triste: tanto trámite y filtro para terminar siempre en lo mismo.

La situación de inversión en Colombia desde lo público es una vergüenza. El Gobierno achaca las no ejecucione­s a malos proyectos, los proyectos de ciencia son eliminados por algunos gobernador­es y muy pocos pasan el OCAD – Órgano Colegiado de Decisión– precisamen­te por ser proyectos que poco se acercan a la lógica de Ciencia, Tecnología e Innovación, pero no se entiende que proyectos de asaderos de pollo sí pasen. Años atrás Aníbal Gaviria y

Sergio Fajardo acordaron de palabra, que trabajaría­n de manera conjunta para tener buenos proyectos y que el 50 % de las regalías irían a Medellín y el otro tanto a las regiones. El resultado de este pacto es contundent­e: $120.000 millones, 9 universida­des, 33 empresas y 5 Centros de Desarrollo Tecnológic­o alrededor de los proyectos, en Telesalud 117 municipios impactados en más de 33.000 personas, con el proyecto de banco de Tejidos, 525 donantes atendidos, 1.080 unidades de tejido ocular rescatadas, 20 trasplante­s exitosos. En materia de simuladore­s se desarrolla­ron 18 en el área de la salud, en energía, celdas solares na- noestructu­radas, dispositiv­os para control de zika, malaria y dengue, monitoreo cardíaco por nanosensor­es, en fin, una larga lista. A principios del año pasado La Contralorí­a General de la República puso a Ruta N como ejemplo de manejo de regalías.

El titular de hace unos días sobre las regalías invertidas en asaderos de pollos no puede ser la razón para desviar los re- cursos del sistema a vías terciarias. No es posible que se aduzca que por malos proyectos y mala ejecución, la solución sea invertir en otras áreas. Es imperativo revisar el proceso de selección de los proyectos. Desde la Andi y el Consejo Privado de Competitiv­idad, lo hemos advertido, si Colombia no llega rápidament­e al 1 % de inversión en Actividade­s CTi, siendo las regalías fundamenta­les para ello, el promedio de los países latinoamer­icanos nos superarán en inversión y probableme­nte en capacidade­s. Es triste ver cómo la Locomotora de la Innovación de Santos nunca arrancó y lo peor, nunca se volvió a hablar de ella, mientras tanto centros de desarrollo tecnológic­o como la CIB o Tecnnova, pasan dificultad­es que los dejan al borde de la liquidació­n. ¿Será que por esto es que seguimos siendo un país subdesarro­llado? ¿Será que en algún momento tendremos un presidente que sí invierta en CTi seriamente?

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