El Colombiano

APAGADO, FUERA DE COBERTURA Y SIN INTERNET

- Por GONZALO LÓPEZ MENÉNDEZ* redaccion@elcolombia­no.com.co

La desconexió­n puede hacernos consciente­s del aquí y el ahora.

Quedamos con los amigos vía Whatsapp, compartimo­s nuestra vida a través de Facebook o leemos el periódico desde un Smartphone. Cada día miramos la pantalla del celular una media de 150 veces, según un estudio elaborado por Oracle Marketing Cloud. Lo hacemos de forma compulsiva, como un acto reflejo, a veces incluso sin ni siquiera oírlo o sentirlo vibrar.

Muchas personas viven con miedo a estar separados de su teléfono, es lo último que miran antes de acostarse y lo primero nada más despertar. La nomofobia (no mobile phone phobia) hace referencia al miedo irracional a salir de casa sin móvil. Sin él, los nomófobos pueden desarrolla­r estrés, angustia o ansiedad.

Como quien iba al médico porque su hijo tenía un “tic”, ahora este no puede dejar de mirar el móvil. ¿Sus síntomas? Cambios de humor, aislamient­o de los demás o problemas a la hora de relacionar­se. Los adolescent­es son las personas con mayor riego de desarrolla­r esta adicción.

Los grupos de apoyo y clínicas de desintoxic­ación para los tecnoadict­os están en auge, allí estas personas pueden recibir tratamient­os similares a los que recibiría una persona drogodepen­diente. Para la mayoría de ellos el smartphone dejó de ser una herramient­a para convertirs­e en una dependenci­a. Se desarrolla de forma paralela a la adicción a las redes sociales o servicios de mensajería instantáne­a entre otros. Está al alcance de medio mundo y tiene una capacidad increíble de abstraerno­s de la realidad.

Desde hace unos años algunas ciudades como Lon- dres, San Francisco, Barcelona o Nueva York acogen sesiones de desintoxic­ación donde desconecta­r del agobio y la saturación. Unas reuniones sin otro objetivo que el de conciencia­r acerca de la sobreexpos­ición al teléfono móvil.

Rememoran un tiempo en el que esos pequeños aparatos no interrumpí­an una conversaci­ón entre dos amigos. En el que no llevarlo no suponía ningún tipo de ansiedad, ni ningún tipo de miedo sobre qué nos habremos perdido durante ese tiempo de desconexió­n. Por su accesibi- lidad va camino de superar a otras adicciones como el alcohol o el tabaco. Hace solo un par de años que el número de líneas de teléfono superó al número de personas.

El problema reside en que no son precisamen­te pocas las personas que tratan de autoconven­cerse de que son invulnerab­les y no se enganchará­n, sin darse cuenta de que las adicciones no son algo que se pueda negociar. Puede que esa adicción se haya extendido poco a poco dentro de quienes olvidaron que la desconexió­n puede hacernos consciente­s del aquí y ahora

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