LA VUELTA DE TUERCA
El 2017 es un año definitivo en la vuelta de tuerca de la política latinoamericana. De la década y media de camino socialista -del populismo bolivariano radical a la izquierda progresista moderada- hacemos tránsito en medio de un camino complejo que navega entre los abusos del poder, los reajustes a la derecha y el continuismo dudoso.
Los últimos días de marzo y los primeros de abril son muestra del tire y afloje social de un continente sumido en el cataclismo. De Venezuela a Argentina, de Paraguay a Ecuador, la ciudadanía expresa en las calles el descontento por el rumbo de sus naciones.
Venezuela, con una democracia a la que ya no le queda ni el nombre, jugueteó con la usurpación de poderes para finalmente retroceder ante la presión de la región. El socialismo del siglo XXI es una marcha torpe, lúgubre, cuyos caminantes se pisotean entre ellos por la desbandada que originan sus últimos días. Quedan pocos ya para defender lo indefendible en un doloroso juego de amenazas y escasez.
Paraguay, por su parte, ardió en fuego el viernes cuando la ciudadanía exteriorizó su ira por la intención (de izquierda y de derecha) de permitir la reelección en contravía de la Constitución. El plan oscuro de torcerle el cuello a la ley con acuerdos en cuartos escondidos del Congreso terminó con incendios, heridos y un muerto.
En Argentina el gobierno de
Mauricio Macri no tiene respiro. Con el precio de la vida disparado, las calles de Buenos Aires se llenan día tras día de marchas que lo atacan directamente. El presidente, en medio de quejas por lo heredado de los Kirchner, pide tiempo y una parte del país concuerda con él. El sábado en la noche el centro de la capital se llenó también de manifestantes que lo apoyan y piden no volver a la senda “K”.
La semana cerró en Ecuador con el ajustado triunfo del oficialista Lenin Moreno que aunque promete continuidad ofrecerá un cambio de estilo desde mayo cuando llegue a Carondelet. Moreno recibe un país dividido y se distanciará de Caracas.
Vivimos un cierre de ciclo violento, económicamente inestable pero sobre todo impaciente. Todos aquellos que promulgan el cambio, moderado o radical, tienen que entregar resultados rápidos, palpables en la cotidianidad, de lo contrario a la vuelta de la esquina anunciemos un nuevo giro de timón
Los últimos días de marzo y los primeros de abril son la muestra del tire y afloje social de un continente sumido en el cataclismo.