UN VIAJE AL CENTRO DE MEDELLÍN
Intriga, expectativa, lástima, tristeza, compasión y, aunque parezca mentira, alegría. Muchos se cuestionarán ¿por qué sentir alegría al caminar por las calles del centro de Medellín? La respuesta es mucho más fácil que plantear la pregunta.
Lo que nos provoca felicidad es saber, de una manera no egoísta, que después de todo no vivimos en una caja de cristal. No son tan falsas las ideas que los actuales medios de comunicación nos ofrecen acerca de la rica enamorada del pobre, el sicario que mata por unas cuantas monedas, por vicio o por un favor, el travesti que se opera y se vende, los indigentes que tienen dinero solo para la droga, el hombre pobre que no sabe qué llevará a su casa para cenar, entre muchas otras situaciones que se pueden vivenciar en carne propia y que son ciertas.
El centro de Medellín es una zona de alto flujo económico de la ciudad, donde se plasma la idiosincrasia de un gran porcentaje de la población colombiana. En este sentido, la experiencia del recorrido por esta zona implica un reconocimiento a las características propias de las consecuencias de los conflictos colombianos en términos de violencia, desinstitucionalización e inequidad.
La prostitución se presenta de diferentes formas, sabores y olores. La prostitución de travestis y los bares de strippers que abundan en el centro de nuestra ciudad in- novadora son parte del mundo de la noche, un mundo que funciona muy distinto al mundo diurno. En el día somos unos y en la noche otros, aquí se revela la verdadera naturaleza del hombre, su lado más perverso.
Un mundo de otro, habitado por mil mundos llamados personas. El centro de Medellín se convierte en un espejo para encontrarse a sí mismo, sus olores, su malos vicios, sus creencias, sus despojos
En el centro de Medellín se plasma la idiosincrasia de un gran porcentaje de la población. El centro se convierte en un espejo para encontrarse a sí mismo.