APRENDER A AMAR LA OPCIÓN NUCLEAR
La palabra “filibuster” suena tonta, como el nombre de un personaje pomposo pero a la larga bien intencionado de una novela de Dickens. La frase “opción nuclear”, por otro lado, suena aterradora.
Así que cuando oímos que los republicanos podrían utilizar la opción nuclear para tumbar el pobre ‘filibuster’ y confirmar al juez Neil Gorsuch como juez de la Corte Suprema, podemos perder la perspectiva. En verdad, eliminar el filibuster sería un cambio mínimo comparado con el problema que tal movida solucionaría: el reciente ascenso de un sistema basado en la regla de supermayoría en lugar de la regla de mayoría.
Claro que el filibuster moderno no requiere que los senadores den discursos la noche entera. Todo es muy abstracto; en el caso de proyectos de ley que no requiere de gastos, el partido de la minoría simplemente deja saber que tiene suficientes votos para bloquear la legislación.
En efecto, el partido de la minoría ahora puede decidir cuándo un proyecto debería requerir 60 votos en lugar de 51.
El cambio a la regla de supermayoría sucedió sin enmienda constitucional, sin debate nacional, sin siquiera convertirse en gran asunto en una campaña presidencial. Dado que sucedió gradualmente, no lo apreciamos completamente: los 788 filibusters desde el 2007, esos fueron los momentos “nucleares”.
También es confuso que los republicanos están diciendo: no se preocupe. Aunque le estamos poniendo fin al filibuster en contra de los nominados de la Corte Suprema, aún per- mitiremos el procedimiento para bloquear la legislación. Si cualquier cosa, hay más razón para eliminar el filibuster contra los proyectos congresionales que para la corte. Si un juez horrible llega a la corte, está allí de por vida; si una pieza destructora de legislación es aprobada, puede ser revocada.
Las consecuencias para americanos comunes pueden ser significativas. Bajo las normas de filibuster en efecto en el momento del New Deal, los republicanos podrían haber bloqueado el Acta de Intercambios de Seguridad, el Acta Nacional de Relaciones Laborales y la Autoridad del Valle de Tennessee, según el libro del periodista Charles
Peters, “We Do Our Part”. (Hacemos Nuestra Parte).
Y si el Senado hubiera estado operando bajo la regla de mayoría durante las administraciones de Obama y Bush, los siguientes proyectos de ley habrían obtenido la aprobación del Senado: el chequeo de antecedentes Toomey-Manchin para las armas; la disposición que permite a las personas tener una “opción pública” para la atención de la salud en los intercambios de Obamacare; reforma migratoria integral, aumento del salario mínimo, y el proyecto de ley de finanzas de campaña bipartidista, llamado la Ley de Divulgación.
Si el líder de la mayoría del senado, Mitch McConnell, elimina el filibuster contra la legislación, la reacción de los demócratas podría terminar siendo más remordimiento que rabia. El legado del presidente Obama sería muy diferente si la regla de mayoría hubiera estado en efecto.
Esta puede ser un área en la que el desprecio del presidente Trump a la tradición puede funcionar a su favor, al menos en el corto plazo.
Pero a la larga, si republicanos retiran el filibuster para la legislación, se podrían arrepentir. Han sido los principales beneficiarios de la práctica. Desde 1999 hasta el 2006, cuando los republicanos controlaban el Senado, la minoría demócrata usó el filibuster 272 veces. En con- traste, desde 2007 hasta el 2014, cuando los republicanos estaban en la minoría, lo usaron 644 veces, más del doble. El filibuster promedio por período congresional bajo Obama fue de 158; bajo el residente George W. Bush fue 85.
Mucho se ha escrito sobre por qué creció rápidamente el uso del filibuster en décadas recientes. Desde la Primera Guerra Mundial hasta 1970, el Congreso en promedio tuvo menos de 10 filibusters por cada período congresional. En 1975, el Senado eliminó el requerimiento para mantener un filibuster, los senadores literalmente tenían que permanecer hablando. Pasó de ser arduo a ser fácil. Algunos dicen que la situación empeoró a medida que los votantes eligieron a menos demócratas conservadores y republicanos liberales, quienes habían hecho más común el bipartidismo y menos necesarios a los filibusters.
Pero si los líderes republicanos deciden ir hasta el final, al menos recordemos que la mayor amenaza a la democracia no es la opción nuclear que suena tan atemorizante sino lo que explotó
Hay más razón para eliminar el filibuster contra los proyectos congresionales que para la corte.