EL CINE EN ANTIOQUIA
Hace un par de semanas en el importante Festival de Cine Latinoamericano de Toulouse, un par de películas de realizadores antioqueños se llevaron los máximos honores. Estas fueron, Los Nadie, de Juan Sebas
tián Mesa, y el bello documental Jericó, el infinito vuelo de los días, de Catalina Mesa, ganaron los premios más importantes en sus categorías. Casi de manera simultánea, apenas una semana después, La Mujer del Animal, de Víctor Gaviria, arrasaba en el Festival de Catalunya con cinco de los siete premios posibles, incluido Mejor Película y Mejor Director. El año anterior se estrenó, además, Eso que llaman amor, del director Carlos César Arbeláez, Pasos de Héroe, de Henry Rin
cón y Los asombrosos días de Guillermino, de Gloria Nancy
Monsalve. Definitivamente un gran año de estrenos de pelícu- las antioqueñas en cartelera, seis en total. Si al número de estrenos le sumamos los premios y reconocimientos podría entonces afirmarse que el cine de nuestra ciudad, y el cine nacional, están pasando por muy buen momento.
La afirmación anterior, cierta por demás, tiene otra historia que contar: si sumamos el número de espectadores que asistieron a esas películas, entre todas no alcanzan los cien mil. Para hacernos una idea, la película colombiana más taquillera durante el 2016, El coco, fue vista por casi un millón doscientos mil espectadores y, a finales de ese mismo año se estrenó El paseo 4, a la postre la película colombiana más vista de la historia. Y para hablar de este año, tan solo en el primer fin de semana, Operación Piroberta, logró sumar 53.000 espectadores, más de la mitad de las personas que asistieron a salas a ver las seis películas paisas.
Analizadas así las cifras, la buena salud del cine de Medellín queda en entredicho. Sobre todo al considerar que el cine, si bien es un arte, también es un negocio, en el cual además se invierten grandes sumas de dinero. Y al menos, en nuestro país, muchos productores siguen dependiendo del éxito en taquilla para sobrevivir y persistir en el negocio. Sin ser un experto en la materia, y más como espectador común, no tengo duda de la calidad de las películas antioqueñas mencionadas. Es más, el buen recorrido por festivales y la aceptación casi unánime de la crítica especializada deberían servir para confirmar mi idea.
No voy a entrar en juicios de valor, ni mucho menos en la eterna discusión de cine co- mercial vs. cine arte. Creo, sí, que en esta situación hay dos llamados, uno para las instituciones, y otro para gremio y productores. Para las primeras el mensaje está claro: las políticas nacionales fueron y son exitosas, pero se enfocaron en la producción. Y el énfasis ahora debe ser en la formación de públicos. Si seguimos dejando que el criterio de los espectadores lo forjen las cadenas nacionales de televisión, la situación actual tenderá a empeorar. Para los productores igual, los tiempos cambian, y no deben cifrar en el éxito en la taquilla, hay que buscar nuevos canales de distribución para hacer rentable su producto y para no dejar la masificación del mismo en manos de los piratas