El reto de la reincorporación de las Farc a la vida civil
“Hacer posible la reincorporación de hombres y mujeres de las Farc es un compromiso moral y político que tenemos como seres humanos y como seres sociales que somos. No es un asunto ajeno a nuestra humanidad ni a nuestra condición de ciudadanos. Podemos hacer posible una oportunidad de vida plena para quienes por múltiples circunstancias no tuvieron otra que la guerra o también, para quienes habiendo estado en el frente de batalla, política y armada por su propia voluntad, hoy se proponen a sí mismos y al país, un escenario de civilidad para dirimir las diferencias y construir un acuerdo que nos permita vivir en paz. No todos podemos participar de la misma manera, pero formas tan sutiles e íntimas como intentar entender en dónde se encuentra el otro, y, ponerse en el lugar de sus sueños y expectativas, ayudará a construir al menos una noción positiva que movilice a la sociedad a abrir espacios en su corazón, en su entendimiento, en los lugares de habitación y de trabajo. Una sola pregunta bastaría para abrir ese espacio de compasión (ponerse en el lugar del otro, con voluntad de comprender y, si es posible, acompañar) y esa pregunta es: ¿yo por qué no soy ese? Para entender que solo un instante ínfimo del tiempo y las circunstancias, una decisión de la que yo no hice parte, me puso en este y no en otro lugar. Un ejercicio de memoria histórica, recordando quienes fueron miembros de ejércitos subversivos y hoy son ejemplo de paz o al menos de democracia, como Nelson Mandela, José Mujica y Vera Grabe, entre muchos otros, ayudaría a entender que en todo ser humano habita un deseo de paz. Quienes hemos tenido la oportunidad de ver tanto a los jefes como a la guerrillerada podemos sentir que brilla una luz de ilusión, pues este acuerdo de paz que solemos despreciar o banalizar, está la posibilidad de recuperar sus familias, de enamorase, de tener hijos, de estudiar... y lo nombran con entusiasmo. Aunque también hay un sentimiento de temor, de vértigo. Están frente a un abismo que solo pueden superar si una gran mayoría de la población lo hace posible. No es solo responsabilidad del gobierno. Un ambiente social propicio, un imaginario colectivo de reconciliación, un poco de generosidad son necesarios. Las leyes que se requieren para la reincorporación, los proyectos que serán necesarios para abrir espacios de oportunidad, los lenguajes que hemos de inventar para incluir a estos excombatientes a la vida civil requieren de una masa crítica dispuesta, capaz de mover decisiones y de actuar. Y como lo han dicho ya muchos, no podemos defraudar ésta que es la oportunidad para demostrarnos a nosotros mismos que podemos ser mejores porque somos capaces de pensar en el otro, en los otros”.