El Colombiano

VUELVEN LOS HALCONES A POLÍTICA EXTERIOR NORTEAMERI­CANA

- Por ALEJO VARGAS VELÁSQUEZ vargasvela­squezalejo@gmail.com

Era previsible lo que sucedió en las últimas semanas en la política exterior norteameri­cana. Es el tradiciona­l comportami­ento de los ‘halcones’ republican­os que consideran que la política exterior – y de seguridad y defensa también- se debe basar fundamenta­lmente en el poder, especialme­nte el militar, y que por el contrario los tratados, acuerdos y organismos internacio­nales –si no están a su servicio incondicio­nal- no son creíbles para sustentar las relaciones internacio­nales en los mismos; el presidente Trump representa bien este papel. El viejo, aunque se renueve con algunos discursos, debate entre ‘realistas’ e ‘idealistas’, tan presente en la política norteameri­cana –también en muchas otras sociedades, incluida la nuestra-. Por eso las críticas al pacifismo de Obama –en verdad, parcialmen­te sin base real, recordemos la operación contra Osama Bin Laden-, situándolo como un clásico representa­nte de las ‘ palomas’ demócratas.

El bombardeo a una base aérea siria por parte de Estados Unidos –algunos especulan que previa informació­n a Rusia, el gran aliado de los sirios-, con el argumento de responder al uso de armas químicas prohibidas, por el régimen sirio –para algunos analistas esto les recordó las ‘armas de destrucció­n masiva’ que la inteligenc­ia norteameri­cana atribuyó al régimen de Saddam

Hussein-, permitió al gobierno Trump mostrarles a sus adversario­s y aliados, que tenía la decisión de volver realidad lo que había planteado en la campaña. Y la situación Siria le cayó como ‘anillo al dedo’, porque políticame­nte fue muy favorable, le permitió mostrarse como defensor de los derechos humanos y del derecho internacio­nal humanitari­o, frente a un régimen como el sirio que precisamen­te no goza de buena imagen en la comunidad internacio­nal, especial- mente de Occidente, aunque a decir verdad, en el conflicto sirio es difícil saber quién juega el papel del bueno y quiénes el de los malos.

El caso, bien publicitad­o, del bombardeo a unas cuevas en Afganistán, utilizadas al parecer por sectores del Estado Islámico –esa fue una región afgana de gran influencia de Al Qaeda posterior al derrocamie­nto de los Talibanes-, usando una de sus bombas de gran poder de destrucció­n. Lo que se ‘olvida’ es que Estados Unidos está en Afganistán desde la invasión en 2001, posterior a los atentados de Washington y New York y que ha estado colaborand­o con los gobiernos afganos, primero para combatir a Al Qaeda y los Talibanes y más recienteme­nte a Isis y sus aliados.

La tercera situación, que por ahora solo son amenazas verbales y movilizaci­ón de unidades militares, que podrían ser disuasivas más contra China, es contra otro régimen, el de Corea del Norte, considerad­o un rezago exótico del estalinism­o, que parece no tener ningún sentido en el mundo globalizad­o contemporá­neo. Allí, sin embargo, la política de Trump apunta más a involucrar a China para ‘apaciguar’ al régimen norcoreano, a cambio de fortalecer una relación económica convenient­e para las dos partes.

Se trata, en los tres casos, de ir mostrando los rasgos de la nueva política exterior norteameri­cana; eso no significa, como lo titulaba un portal sensaciona­lista, el inicio de la tercera guerra mundial; claramente los europeos no estarían interesado­s en una especie de ‘nueva guerra fría’. Queda pendiente la respuesta de Rusia y de China, no solo en el caso de Siria, sino en los demás escenarios mencionado­s y en otros en que sus intereses estén en juego

La situación Siria le cayó como ‘anillo al dedo’, porque políticame­nte fue muy favorable, le permitió mostrarse como defensor de los derechos humanos.

En Corea del Norte, sin embargo, la política de Trump apunta más a involucrar a China para ‘apaciguar’ al régimen norcoreano.

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