El Colombiano

SUMA DE PEQUEÑOS PASOS

- Por RAFAEL AUBAD LÓPEZ* redaccion@elcolombia­no.com.co

Las últimas semanas han sido como nunca intensas en debates sobre la calidad ambiental de Medellín, pero progresiva­mente hemos ido más allá: más personas e institucio­nes participan­do positivame­nte frente al tema. No a acciones radicales dirán algunos. Sin duda, pero decisiones prácticas y apropiadas por muchos. Frente a la gobernanza sobre la provisión de bienes públicos, creo más en la suma de acciones de todos y todos los días, como responsabi­lidad colectiva en acción, que en las grandes promesas estructura­les. Nuestras tragedias ambientale­s son el mejor ejemplo; tenemos los mejores programas y las mejores leyes, ¡dicen los gobiernos!

Fórmulas inmediatas para mejorar el combustibl­e; baja de las volquetas de más de 20 años del municipio; disposicio­nes más favorables al uso de vehículos eléctricos; un sector moderno de inmobiliar­ios insistiend­o en sembrar de su cuenta, y lo más rápido posible, los 60 mil árboles que debe por obligacion­es con la ciudad y planteando una propuesta innovadora para financiar la renovación de todo el parque de volquetas y la racionaliz­ación geográfica de sus recorridos; autorizaci­ón de buenos parqueader­os cercanos a las principale­s estaciones del Metro y más vagones; urbanizaci­ones y empresas asumiendo servicios de bicicletas. En fin, muchas voluntades en marcha y muchas más a incentivar. Hay colectivos verdes cuyas propuestas merecen toda considerac­ión.

En este contexto hay ejemplos empresaria­les interesant­es. El Sistema Metro en 2015 evitó la emisión de 199.416 toneladas de CO2 y el consumo de 22 millones de galones de diésel. El Grupo Orbis recicla 600.00 botellas PET y evita 575 millones de toneladas de compuestos orgánicos volátiles. Socya en 2015 aprovechó 35.720 toneladas de vidrio, logrando la reducción de 53.509 toneladas de CO2. Locería Colombiana ganó la mención a la empresa más ecoeficien­te de Colombia por su proceso de uso y reutilizac­ión de aguas industrial­es en el pulido de piezas y en el enfriamien­to de sus máquinas.

Históricam­ente el sector de las curtiembre­s (que convierte las pieles de los animales en cuero) ha sido uno de los de mayor impacto ambiental. Por eso hay que celebrar la nueva planta de Vélez y Vélez, que ahorrará un 40 % en uso de agua, 30 % en energía, 71 % en consumo de ácido sulfúrico y 100 % en vertimient­o de agua.

Una mención especial a Peldar, objeto hace poco de redes sociales maledicent­es y falsas. Tiene una reutilizac­ión promedio año de 113.000 toneladas de vidrio, el uso del gas natural como la alternativ­a de combustibl­e más limpia, el encapsulam­iento de todas las emisiones de material particulad­o para evitar contaminac­ión del aire y paneles aislantes de ruido, que le permiten a esta empresa cumplir con holgura los estándares ambientale­s.

No quiero pasar de ingenuo. Nuestro modelo de desarrollo inexorable­mente entraña conflictos ambientale­s. ¿Cuántos? Va a depender sin duda de que existan buenas regulacion­es, que eviten el deterioro irremediab­le y que se cumplan. Lo que no puede ser, es que toda la actividad de nuestra ciudad entre en crisis porque se presenten retos. Hay que monitorear rigurosame­nte, que se apliquen con todo rigor las normas que se deben y que todos nos comprometa­mos a cumplirlas. Y si actuamos con más exigencia que otras ciudades, seremos más envidiable­s como lugar para vivir. E igualmente si nos ven trabajando juntos para ello

Si actuamos con más exigencia que otras ciudades, seremos más envidiable­s como lugar para vivir.

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