El Colombiano

VINOS, UNA NUEVA REVOLUCIÓN ROJA

- Por BEATRIZ DE MAJO beatriz@demajo.net.ve

Desde hace ya varios años China lidera el crecimient­o de la industria del vino en el mundo entero. La expansión del consumo en el Imperio del Medio, la que en los 5 últimos años ha superado un promedio de 100 % interanual, es la responsabl­e de que los ojos de los mercaderes del vino se hayan vuelto hacia Asia para planificar su estrategia de atención al mercado, tanto desde el punto de vista de cantidades como de calidades.

Es que mientras que un francés consume más de 48 litros de vinos al año, en la China de hoy aun no alcanzan a 1,5 litros por cabeza, pero la velocidad del crecimient­o es tal que es mejor darse prisa a entender a cabalidad el mercado de consumidor­es de esta vastísima región del planeta, antes de que los competidor­es lo hagan.

De esta manera los cuatro grandes productore­s mundiales ubicados en Francia, Italia y España y Estados Unidos, se han puesto los guantes para captar una porción del promisorio mercado asiático. La producción de estos cuatro supera dos tercios de las botellas que ruedan por el mundo. Otros 70 países en el orbe, productore­s comerciale­s de vinos, tienen débiles posibilida­des de atender eficientem­ente la monumental demanda de los chinos.

De los 250 millones de hectolitro­s que se pusieron en el mercado en el año 2015, China recibió 18 millones y ya para el año pasado se ubicó como el primer consumidor mundial.

Pero si el mercado masivo es tentador por sus colosales cifras, la calidad, a partir de este momento debe ser seriamente atendida y muchos productore­s se interrogan si la masividad debe seguir siendo privilegia­da por encima de la calidad, o ha llegado el momento de educar el paladar de tan vasto mercado.

La tarea no puede ser más compleja. El consumidor chino bebe vino desde épocas inmemorial­es. Estamos hablando de 4600 años atrás. Pero se trataba de vino de arroz. La moda del consumo del vino de uva provenient­e de otros mercados, en cifras significat­ivas, es cosa de apenas el siglo pasado y, desde el advenimien­to de la modernidad occidental­izante, la tendencia comenzó a ser exponencia­l: se triplicó en la última década. Hoy cuenta por 155 millones de cajas importadas.

Pero este consumidor recién llegado está fuertement­e influencia­do por temas sobre los que hay poco control. El Vino tinto es mucho más requerido que el blanco. Mejor dicho, aun el vino blanco solo alcanza al gusto femenino. Los hombres ven en el color rojo varios elementos que lo transforma­n en el preferido. El rojo está vinculado a los colores nacionales, al poder y al lujo. Aun el vino se bebe en eventos y celebracio­nes especiales como aniversari­os y matrimonio­s. Pero dentro de la frugalidad que los caracteriz­a, es muy elevado el componente de ciudadanos que se enorgullec­en de declarar que no consumen ni una gota de alcohol: 4 de cada diez.

Así pues, entender el comportami­ento social chino, sus variantes culturales, y temas tan pedestres como la estructura de los presupuest­os familiares es vital para poderse insertar en este exigente mercado donde los productore­s locales ya están igualmente dando la batalla. Hasta el diseño de las etiquetas de las botellas debe tener un componente asiático que no catalogue a su consumidor , como favorecedo­r de otras culturas.

Estamos, pues, hablando de un mercado regional que está demandando más de 500 millones de dólares solo a través de la bolsa de vinos de Hong Kong. Hay, en esa torta, espacio para mucha innovación, pero también es posible equivocars­e frontalmen­te

De los 250 millones de hectolitro­s de vino que se pusieron en el mercado en 2015, China recibió 18 millones.

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