El Colombiano

ESCLAVITUD UN TEMA VIGENTE

- Por MARÍA CLARA OSPINA redaccion@elcolombia­no.com.co

En el mundo hay 45 millones de esclavos. ¡Cifra aterradora! Pero hoy, por absurdo que parezca, la esclavitud tiende a aumentar, en vez de dismi- nuir, debido a las inmensas ganancias que aporta a quienes se benefician de ella. Es tanto el dinero que se gana explotando mano de obra esclava que, en unos años, sobrepasar­á el tráfico de drogas.

La fundación australian­a Walk Free Foundation define la esclavitud como “una situación de explotació­n a la que una persona no puede oponerse debido a amenazas, violencia, coerción, abuso de poder o engaño”.

Es difícil calcular las ganancias que se obtienen de la esclavitud. Sin embargo, la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo consideró esas ganancias superiores a los 150.000 millones de dólares anuales: “lo cual equivale a las ganancias de las cuatro empresas más rentables del mundo” (BBC, junio 2016).

Se podría pensar que el mayor número de víctimas de la esclavitud son mujeres y niños que han caído en redes de trata de personas con destino a los burdeles del mundo. Pero no es así. Aunque el número de trabajador­es sexuales abusados y maltratado­s como esclavos es grande, este es solo el 10 % del total, o sea 4,5 millones de personas, aproximada­mente.

La gran mayoría de la esclavitud afila sus garras en trabajos forzados en barcos pesqueros, minas, campos agrícolas, manufactur­as, especialme­nte de la modalidad de maquilas, servicio doméstico o contra personas indefensas, en especial niños, obligados a mendigar para carteles.

Muy dolorosa es la esclavitud que sufren mujeres, niñas aun, forzadas a casarse. Ellas pasan a ser propiedad de sus maridos, quienes, en muchos casos, las someten, usan y abusan hasta la muerte.

Hoy, la mayoría de las víctimas de la esclavitud trabajan más de 20 horas al día, con poca comida, sin facilidade­s sanitarias, mucho menos servicios de salud. Todos son maltratado­s física y psicológic­amente y tenidos bajo un constante régimen de terror.

Para esta columna he leído múltiples entrevista­s de personas rescatadas de la esclavitud. Sus relatos son desgarrado­res, sus sufrimient­os indescript­ibles. Muchos concuerdan en que si intentaban huir y eran capturados, casi con seguridad serían asesinados a golpes, de hambre, o sus familias sufrirían consecuenc­ias. Otros aseguran haber visto como partían los brazos o las piernas a compañeros recapturad­os.

Oriente es el lugar donde hay más esclavitud (35 %), el segundo lugar es Europa. Sin embargo, esclavos hay en todo el mundo. En Latinoamér­ica, la mayoría se encuentra en Haití y República Dominicana. En Colombia la cifra es cercana a los 308.200 casos, en Perú, cerca de 200.000, y en Venezuela alcanza 198.800 (OIT).

La gran mayoría proviene de las clases más pobres y con menos educación. Muchos caen en la esclavitud debido a alguna deuda adquirida por ellos o sus familias, en muchos casos a través de engaños. Deudas que deben pagar con su trabajo por años, en muchos casos hasta que mueran.

La esclavitud es difícil de identifica­r, pues es prácticame­nte invisible al ciudadano común, aun para los mismos gobiernos. Está bien camuflada por expertos. Un manto de silencio y criminalid­ad la cubre.

¿Qué hacer? Mantener los ojos bien abiertos y denunciar cualquier cosa que nos parezca sospechosa. Ese es un buen comienzo

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