El Colombiano

TENDENCIAS

El sexo es un tema recurrente en sus letras. Unos dicen que cosifica a las mujeres y otros defienden su lenguaje urbano.

- ELENA OSPINA Por CLAUDIA ARANGO HOLGUÍN

¿Y si las mujeres no fueran el “juguete” del reguetón?

La música es poesía. Una prueba es que Bob Dylan, cantautor norteameri­cano, se ganó el Premio Nobel de Literatura en 2016. Él hizo de sus composicio­nes un hito. Sin embargo, no todas las letras han llegado a tal estado de lirismo. Hay versos más simples que tienen un lenguaje cotidiano, menos poético, y que también tienen su público. Sus autores no aspiran a un Nobel, sí al gusto popular.

La polémica

El reguetón, como una corriente popular, es un género que nació en la calle. El antioqueño Big Gio, cantautor del género, lo describe: “Es fuerte porque es callejero, tiene su sensualida­d, tiene ritmo”.

Desde hace años se han multiplica­do sus críticos. Aseguran que tiene letras explícitas, que incitan a la violencia de género y tratan a las mujeres como un “juguete sexual”.

Carolina Gutiérrez, Phd. en Lingüístic­a Hispánica, quien investigó sobre la construcci­ón de la violencia de género en las letras del reguetón, interpreta­das por mujeres, se

une a los detractore­s.

Le dijo al diario Vanguardia Liberal que el reguetón refuerza la imagen de la mujer como “un animal salvaje que debe ser domesticad­o a toda costa, con azotes si es preciso; la libertina que hay que contener y poner en su lugar o la sumisa a la que le gusta dejarse someter”.

Las letras y sus efectos

“Si la generación más joven llegará a identifica­rse y hasta a asumir la narrativa de

las canciones, los jóvenes podrían pensar que vivir como los personajes de las letras es lo natural y lo debido”, agrega Gutiérrez.

Argumento que debate el jefe del pregrado en Psicología de la Universida­d Eafit, Jonny Javier Orejuela Gómez. Él asegura que si bien es cierto que el lenguaje tiene un efecto sobre la conducta, quien escucha este tipo de canciones tiene criterio.

“No es un robot, son personas que pueden hacer in- terpretaci­ones múltiples. No hay una aritmética precisa entre escuchar una canción y salir a comportars­e como dice la canción. Si eso fuera así, entonces, ¿por qué en la época del bolero los hombres eran románticos en las canciones pero brutales en las relaciones directas con las mujeres?”, cuestiona.

No generaliza­r

Big Gio asegura que en sus canciones no hay una que incite a la violencia de género. “Nunca incluyo ese tipo de letras porque soy caballeros­o. En mis canciones sí puede haber sensualida­d, nunca irrespeto”.

El joven cantautor considera que hay muchos artistas del género que no tienen ese tipo de letras como Golpe a golpe, por lo que darles a todos esa calificaci­ón es injusto. Asimismo, no critica a los demás, “hay cosas que venden”.

Orejuela hace una comparació­n entre dos canciones de Maluma, Cuatro babys y Borró Casete. “Hay un escándalo por la primera canción. Yo quisiera que hicieran el mismo ejercicio con Borró Casete (Que no se acuerda de esa noche/porque ella borró cassette/ dice que no me conoce/ y quiero volverla ver).

Ahí el usado como objeto sexual es el hombre, así que, ¿dónde está lo equitativo?”.

No es la primera vez que un género musical genera polémica. Alguna vez pasó con el doble sentido de la música guasca, también con el vallenato y con la música popular mexicana.

Muchos concluyen que pelear contra el tema es una batalla pérdida. Otros, como el colectivo Usa la razón, lideran campañas en Facebook que con imágenes recrean las letras de las canciones y exigen que las mujeres sean tratadas como personas y no como propiedad de los hombres. “Solo queremos que haya más conscienci­a”, insisten.

Mientras tanto, las canciones de reguetón flotan entre las mareas de la aceptación y el rechazo

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ILUSTRACIÓ­N

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