La calle, arma de oposición en Venezuela
Marchar, sea chavista u opositor, es la única alternativa para mostrar el poder en Venezuela.
Ya son siete las personas muertas durante las tres semanas de protesta contra el régimen de Nicolás Maduro. Analistas creen que las movilizaciones seguirán siendo usadas como recurso para paralizar el país.
Con sangre joven se tiñó ayer la bandera venezolana, en la celebración de sus 207 años de independencia. Carlos Moreno, estudiante de 17 años que iba a jugar fútbol, murió por un balazo en la cabeza, cuando, en medio de multitudinarias marchas, simpatizantes oficialistas se enfrentaron a opositores al régimen de Nicolás Maduro. Paola Ramírez, de 23, se retiraba de una de las protestas, cuando un disparo, supuestamente de hordas motorizadas adeptas al gobierno, acabó con su vida.
Según datos de agencias internacionales, ya son siete las personas que han muerto durante la medición de fuerzas en las calles entre oficialistas y opositores. Lo grave, es que analistas pronostican que esa tensión, en lugar de menguar, será cada vez mayor.
Nelly Arenas, docente de Ciencias Políticas de la Universidad Central de Venezuela, no ve posibilidades de un retorno al diálogo, ni algún interés del
gobierno de Maduro de convocar a elecciones de gobernadores y alcaldes. En su concepto, “con las acciones represivas de los últimos días, el Gobierno optó por la violencia para mantenerse a todo trance en el poder”.
Ella, como venezolana, dijo que sigue esperando que las Fuerzas Armadas se pongan del lado de la Constitución y de la legalidad, pero por lo pronto lo que hay es un silencio absoluto. “Frente a esto, veo a un pueblo dispuesto a jugársela toda en la calle, a retar a un Gobierno que está en
su juego de violencia. Veo a la gente, inclusive, dispuesta a que la maten en las calles”.
Arenas afirmó que, ahora, no solo marchan los sectores de clase media. La disposición de lucha la tienen “todos, y pareciera que no hay marcha atrás, porque ni la violencia los detiene”.
Para Jesús Castillo Molleda, politólogo y docente de la Universidad del Zulia, ayer se vio a un gobierno más alerta, organizado en sus grupos de choque, con fuerzas antimotines en muchos puntos del país, con un Partido Socialista Unido que quiso mostrar que tiene el apoyo de las fuerzas armadas y a un establecimiento “decidido a seguir en el poder y alerta a cualquier forma de desestabilización”.
Del otro lado, la Mesa de Unidad Democrática (MUD) movilizó gente en todos los estados, para mostrar a un pueblo molesto con las políticas públicas y el manejo del país. La MUD no vio lo que quería: un gobierno asustado, cediendo, por ejemplo, a la petición de elecciones para gobernadores y alcaldes. “Maduro mostró su poder y dejó ver que es capaz de defenderlo hasta con la vida misma”.
Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, notó un pequeño detalle en las movilizaciones oficialistas: a diferencia de otras marchas, para la de ayer no se puso gratis el sistema metro. La razón, según el analista, es que “lo cerraron porque la mayoría de los que fueron a Caracas no estaban a favor del Gobierno”. Otro hecho relevante es que “Maduro no cayó” y tiene cohesionados a los militares y a los chavistas que reciben los beneficios estatales. De la oposición, considera que seguirá en las calles, buscará fechas simbólicas para sus movilizaciones y no cederá el espacio ganado para pedir, por ejemplo, la convocatoria a elecciones.
El docente de la Universidad de La Sabana, Carlos Arévalo, también cree que las marchas deben seguir, “porque será la única forma de paralizar el país. No es posible que Maduro siga tomando medidas y que el pueblo las soporte”. El problema, anotó, es que no ve una cabeza visible de la oposición, mientras que el oficialismo tiene su fuerza en sectores de la población y una capacidad de respuesta violenta