EL MURO QUE ABRIÓ VENTANAS
Existe en el argot popular una frase que resume en gran medida la visión de nosotros los latinos: “Cuando nos cierran una puerta, abrimos una ventana”. Algo así es lo que está pasando en el escenario latinoamericano con la llegada de la administración Trump a la Casa Blanca.
Ya han sido varias las instituciones, organismos económicos y agremiaciones académicas que han llamado la atención sobre los retos que afrontan un gran número de países de centro y suramérica con los nuevos lineamientos en política económica del presidente republicano. Sin duda alguna, el discurso proteccionista que ahora rige Estados Unidos representa un desafío sin pre- cedentes para la estabilidad comercial de varias economías en la región. Para no ir muy lejos, tan solo en México el 80 % de las exportaciones tienen como destino los Estados Unidos, lo que resultaría catastrófico si el país norteamericano decidiera – como se ha dicho- nacionalizar la producción de diferentes bienes de consumo.
Más allá de los acartonados términos con los que expertos en política macroeconómica explican el tema, la situación se reduce a lo siguiente: imagine una empresa que se dedica a fabricar bicicletas y que vende 8 de cada 10 a un mismo cliente. Por supuesto, el momento en el que este cliente decida no comprar más dejaría en serios aprietos a la empresa que tendría que revaluar al menos dos cosas: buscar más clientes y diversificar el tipo de productos que fabrican.
Hay un libro de reflexiones y anécdotas muy conocido llamado “La culpa es de la vaca”, compilado por Jaime Lopera y Marta Inés Bernal.
Uno de los pasajes más representativos trata –palabras más, palabras menos- de una familia que dependía totalmente de una vaca, extrayendo la leche y con ella produciendo algunas cosas; hasta que un día un sabio arrojó la vaca a un abismo. Lo que uno pensaría es que la familia se arruinó, pues ya no contaban con la vaca. Sin embargo, la pérdida del animal se convirtió en una oportunidad para que la familia pensara en nuevas opciones y saliera de “la zona de confort”.
La preocupación por la inestabilidad jurídica y comercial en la nueva etapa de las relaciones de Latinoamérica con Estados Unidos no es exclusiva de México y si bien es un momento de incertidumbre, puede obligarnos a pensar en nuevos socios comerciales en otros puntos de la geografía mundial, así como en el fortalecimiento de la Alianza Pacífico y la importancia de revisar su ampliación a un gran bloque económico latinoamericano que propenda por aprovechar ventajas comparativas existentes y construir nuevas con las cuales se puede competir conjuntamente en el mercado global.
Si el muro que está planeando construir Trump aparentemente nos cierra una puerta, es el momento en el que debemos sacar a relucir el tesón latino y abrir muchas ventanas. La verdadera inteligencia consiste en el ejercicio de convertir las crisis en oportunidades. Latinoamérica tiene absolutamente todas las condiciones para abrir nuevos mercados y atraer nuevos socios comerciales en escenarios en donde antes no existían o no eran tan fuertes, como lo son el asiático, europeo y africano. Es, en últimas, una oportunidad para crear espacios de competitividad y – especialmente- de demostrar que si tenemos un reto lo convertimos en una oportunidad. La palabra “rendirse” no existe en nuestro diccionario