EL PELIGROSO AMOR AMERICANO POR LAS OPERACIONES ESPECIALES
Cuando el ejército norcoreano atravesó la península coreana en 1950, unidades de 15 hombres infiltraron las líneas surcoreanas para emboscar convoyes y demoler puentes. América trató de responder del mismo modo, formando unidades Ranger con habilidades como el paracaidismo de baja altitud y el sabotaje. Los estadounidenses se enamoraron de estos guerreros de élite. Un reportero escribió que cada ranger “es una pandilla de un solo hombre que puede tomar por sorpresa a un centinela enemigo, cortarle la cabeza y atraparla antes de que haga ruido golpeando el suelo”.
El país y sus presidentes han estado enamorados de operaciones especiales desde que Franklin Roosevelt creó la primera unidad en 1942. John F.
Kennedy extendió las Fuerzas Especiales del Ejército de 2.000 a 5.000 soldados y fundó a los Seals de la Naval. Bajo George W. Bush y Barack Obama, las fuerzas de las operaciones especiales crecieron de 38.000 en 2001 a 70.000 en 2016.
¿El presidente Donald Trump seguirá su ejemplo? Ya ha utilizado fuerzas de operaciones especiales en varios países del Medio Oriente. Y las unidades parecen hechas a medida de un presidente con la intención tanto de combatir el terrorismo como de evitar una guerra a gran escala.
Pero la historia de las operaciones especiales estadounidenses recomienda cuidado. Son herramientas tácticas, no opcio- nes estratégicas. Tampoco, a pesar de todo el talento y entrenamiento, pueden siempre desafiar las probabilidades.
Cuando Jimmy Carter envió operadores especiales para rescatar a los rehenes en Irán, la incursión se descarriló muy lejos de su objetivo, dejando atrás a ocho estadounidenses muertos.
Bill Clinton desplegó a miembros de la Fuerza Delta para neutralizar al caudillo somalí Moha
med Farrah Aidid, pero abortó la misión después de que milicianos arrastraran cadáveres estadounidenses por las calles de Mogadiscio. El uso de las fuerzas especiales de operaciones por parte de Barack Obama para entrenar a un ejército rebelde sirio produjo a “cuatro o cinco” miserables combatientes.
Cuando las fuerzas de operaciones especiales han tenido éxito táctico -como lo han hecho tan frecuente e impresionantemente- rara vez han producido éxito estratégico por su cuenta. Bush y Obama tenían la esperanza de que los ataques quirúrgicos por operadores especiales decapitaran las insurgencias en Irak y Afganistán, pero los insurgentes perduraron mientras controlaran el territorio y la población. El asesinato de Osama bin Laden no perjudicó a Al Qaeda y produjo una reacción negativa estratégicamente perjudicial en Pakistán. Con la notable excepción de la derrota del Talibán en 2001, la victoria estratégica ha requerido de la integración de fuerzas de operaciones especiales con fuerzas convencionales.
También es incierto cómo las fuerzas de operaciones especiales relevantes estarán en la próxima guerra. Aunque es posible que Trump no esté interesado en luchar una gran guerra, puede quedar con pocas opciones. Lyndon Johnson envió tropas estadounidenses a Vietnam en 1965 después de hacer cam- paña como el candidato de la paz en 1964. George W. Bush se vio envuelto en contrainsurgencias en Afganistán e Irak a pesar de su promesa de mantener a la nación fuera de tales embrollos.
Las tropas de operaciones especiales de Estados Unidos pueden perseguir a un terrorista o entrenar a una unidad de élite, pero no destruir a una división blindada rusa ni ocupar una ciudad norcoreana.
Una virtud de los veteranos militares en el círculo de seguridad nacional de Trump es su capacidad para rechazar las expectativas poco realistas de los novicios militares. El despliegue de infantes de marina a Siria el mes pasado es una señal alentadora de la voluntad para transferir las cargas de unidades especiales, sobreutilizadas por los novatos de la era de Obama, a unidades convencionales subutilizadas.
Esperamos que esto represente una tendencia. Si Trump presta atención a los generales y veteranos, es probable que pase a la historia como uno de los pocos presidentes en demostrar sobriedad y prudencia en el uso de las fuerzas de Operaciones Especiales
La historia de las operaciones especiales estadounidenses recomienda cuidado. Son herramientas tácticas, no opciones estratégicas.