INTELIGENCIA ARTIFICIAL
La evolución tecnológica cada vez resuelve retos de gran complejidad a mayor velocidad. Temas como reconocimiento de voz, de retina, de imágenes, entre otros, todos asociados a la inteligencia artificial –IA-, serán el pan de cada día en el futuro cercano. Y a medida que esto ocurre, y que esas improbables fantasías que en el pasado próximo imposibles se instalan y se vuelven nuestra cotidianidad, es inevitable no preguntarse: ¿hay límites que no deberíamos cruzar cuando hablamos de IA? Y más allá, ¿deberían existir límites? Nick Bostrom, conocido como el filósofo del fin de mundo, afirma: “Todos los caminos de la humanidad pasarán por la puerta de la inteligencia artificial”. La sentencia parece acertada e inevitable. En efecto, hemos abierto puertas que ya no se pueden cerrar. La realidad es que la IA nos llevará a resolver temas que seguramente los se- res humanos nos hubiéramos demorado mucho tiempo o ni siquiera hubiéramos podido resolverlos. Cosas como llegar a planetas más lejanos que Marte, hoy improbables fantasías.
Si hoy nos sentimos avasallados con esos inventos que nos colonizan, la realidad es que lo que se avecina en el corto y en el mediano plazo quizá nos deje sin aliento, porque simplemente, hoy día no tenemos elementos para asimilar el gran volumen de posibilidades que se podrán crear con las tecnologías que están por llegar. Evoluciones tecnológicas como las de reconocimiento facial, por ejemplo, las cuales se vienen desarrollando desde hace varias décadas pronto empezarán a escalarse en todo tipo de aplicaciones, algo que tan solo cinco años atrás era impensable. Compañías como Face++, Baidú, Alibaba ya la están implementando, a través de un software hacen el seguimiento de, alrededor, 83 puntos diferentes en la cara de un humano logrando reconocimiento con gran precisión. Al punto que en países como China ya es normal encontrar empresas que no utilizan carnet para abrir las puertas de sus oficinas reemplazándolo por reconocimiento facial o siendo utilizadas en el área de seguridad para identificar y a la vez hacer seguimiento de la delincuencia en la ciudad. Alipay en su app para el mercado chino permite hacer transferencias de dinero usando reconocimiento facial. Baidu está desarrollando un sistema que permitirá a los usuarios de tren comprar sus tiquetes en las estaciones usando esta tecnología. Estos son solo algunos ejemplos, pero pensemos las miles de aplicaciones que solo el reconocimiento facial tendrá para los restaurantes, retail, compras online, inclusive ima- ginemos la Registraduría Nacional del Estado en qué debería estar pensando para dar un verdadero salto tecnológico o las mismas notarías. En un futuro próximo, probablemente la firma desaparezca, qué mejor evidencia de una transacción que el registro de la cara.
He podido observar cómo muchas ciudades colombianas hablan de Smart Cities, pero la mayoría de ellas son esfuerzos desarticulados. Ojalá Medellín asuma este tema con la profundidad necesaria y aplique la inteligencia artificial, el big data, internet de las cosas y la computación cognitiva como eje estratégico para mejorar su competitividad. Si esto llega a suceder daremos un gran salto en competitividad como ciudad