El Colombiano

O TODOS EN LA CAMA O TODOS EN EL SUELO

- Por FRANCISCO CORTÉS RODAS franciscoc­ortes2007@gmail.com

Algunos comentaris­tas de mis columnas me reprochan que critique al senador Álvaro Uribe. Me dicen que lo odio, me califican como “enmermelad­o”, mentiroso, politiquer­o. El lenguaje en sus comentario­s es agresivo y soez. Hay que aceptar esto desafortun­adamente, pues es una consecuenc­ia de la polarizaci­ón que nos atraviesa y de la ausencia de crítica seria y fundamenta­da. Sin embargo, frente a esto debo reclamar mi derecho a expresar libremente mis opiniones e ideas.

Dicho esto, quiero cuestionar nuevamente la insistenci­a de Uribe y sus seguidores en rechazar la justicia transicion­al como un modelo que permita encontrar un equilibrio entre las demandas de justicia y la paz. Es importante recordar algo de historia.

La justicia transicion­al comenzó en 1945 proponiend­o, en el Tribunal de Núremberg, la responsabi­lidad criminal individual. En Chile, en la década de los ochenta, se impuso un modelo de perdón y olvido, que permitió amnistías absolutas para victimario­s como Pinochet. En 1995 se estableció la Comisión de la Verdad en Sudáfrica, la cual priorizó la verdad frente a la justicia. En la historia colombiana,

Álvaro Uribe fue uno de los primeros defensores de la justicia transicion­al. En su primer gobierno se promulgó la Ley de Justicia y Paz, por medio de la cual se concediero­n reduccione­s en las penas para los paramilita­res que quisieran participar en el proceso de paz, a cambio de garantizar el derecho de las víctimas a verdad, justicia y reparación. En ese momento muchos criticaron esta propuesta. Era inaceptabl­e darle impunidad al grupo armado más violento y sanguinari­o del país en su historia. Era inconcebib­le que los gestores del mayor desplazami­ento y expropiaci­ón de tierras de campesinos, fueran a recibir reducción de penas. Pero Uribe defendió esta ley en nombre de la paz. En EL COLOMBIANO de julio 6 de 2005 Uribe dijo que “cuando hay un proceso de paz, no puede haber una criminaliz­ación en nombre de la justicia”. No habló de total impunidad. Uribe buscaba un término medio entre la paz y una justicia con penas reducidas, es decir, algo similar al modelo con las Farc.

Pero Uribe cambió su posición. Cuando comenzaron las negociacio­nes con las Farc en el gobierno de Santos, su nuevo lema fue paz sin impunidad. Rechazó la posibilida­d de una paz basada en una justicia con reducción de penas y amnistías, como la propuesta en la JEP, y apeló a la CPI para reclamar la violación de la ley internacio­nal en caso de amnistías y perdones.

Las preguntas que hay que proponer, discutir y solicitar aclaracion­es al respecto son: cómo explicar que en la justicia transicion­al para los paramilita­res se diga: cuando hay un proceso de paz, debe haber una justicia especial para reducir las penas impuestas a ellos. Y esto mismo no se pueda decir sobre la justicia transicion­al para los guerriller­os. ¿Son menos criminales los paramilita­res que las guerrillas de las Farc? ¿Por qué pedir un castigo retributiv­o y vengativo para unos y generoso para los otros?

Uribe fue uno de los primeros defensores de la justicia transicion­al.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia