“Aquí viví las mejores anécdotas”

“Entre 1971 y 1979 yo fui el capitán de campo de Nacional, en una época en que había más contacto en el fútbol. De ahí que tenga las mejores anécdotas de mi vida. Recuerdo una en particular: cada vez que empezaban los partidos, uno de los árbitros más bravos que ha tenido Colombia, Guillermo “Chato” Velásquez, conocedor de la fama que yo tenía de pata dura, se me acercaba y me decía: ‘oye Mono, no me empieces a pegar porque te saco’. Yo solo me reía. Un día, un jugador de un equipo rival me sacudió, yo no reaccioné, me quedé quieto y solo miré al árbitro Velásquez. Este, inmediatamente me dijo: ‘jódelo’. Me dio libertad para que lo pisara. Así que me fui y lo hice... Era una época en que se pegaba más, era difícil. Cuando debuté como jugador profesional tuve rotura de ligamentos (meniscos), me destrozaron la rodilla y hoy en día tengo una artrosis terrible. Incluso, hay un médico que me quiere operar y me dice que quedo bien. Creo que antes se pegaba más porque también existía mayor talento. Actualmente no he podido ver a un Willington Ortiz. El DIM tenía a Jorge la Rata Gallego, que cogía la pelota y qué problema para quitársela; Ponciano Castro era otro de esos. Nosotros, en Víctor Campaz, teníamos un genio, una potencia en los brazos que parecía con canaletes. Ya no veo este tipo de jugadores, no los hay. Hoy no ejerzo la dirección técnica porque la familia me lo pidió, hay mucha presión y además los técnicos entran como buenos y salen como malos, a los 2 o 3 partidos ya tienen problemas. Eso tiene que cambiar: si contratas un técnico es porque tiene condiciones, o mejor no lo contrates. Al entrenador hay que respetarlo, porque todos nos equivocamos”.