El Colombiano

JUEGOS DE ROL

- Por ADRIANA COOPER adrihcoope­r@gmail.com

¿Qué tan fácil es ser uno mismo en Medellín? ¿Cuántos toman a diario decisiones basadas en el llamado quedirán? ¿Es posible mostrar emociones en ciertos ambientes y salirse del molde si así se quiere? Es domingo y en la fila del supermerca­do hay una pareja. Él va desocupand­o con rapidez el carrito ante la caja registrado­ra hasta que suena un celular. Su esposa, que está detrás, contesta: “Hola querida, estamos mercando porque mañana salimos para Balsillas”. Y ahí, en plena conversaci­ón, el marido le arrebata el celular para decir: “mamá, estamos de afán; Cecilia no puede conversar”. Y ella, silenciada, baja la mirada y se muerde los labios para no llorar ante la gente que mira. En otro lugar de la ciudad, una mujer joven se queja. Decidió no salir más con el hombre que le presentaro­n porque al dejarla en la portería del edificio, él aceleró el carro sin esperar a que ella atravesara la puerta. Le pareció interesant­e pero recordó que sus tías y amigas dijeron siempre que un hombre valioso no puede hacer eso. A propósito de estas historias, viene a la mente un libro: “Mujeres que corren con los lobos”, de Clarissa Pinkola, psicóloga y experta en el trabajo de Carl Jung. En él aparecen relatos centrales de culturas diversas. Uno de ellos es el cuento de Barba Azul en el que una mujer descubre que su marido guarda en un cuarto los cadáveres de sus esposas antiguas y sobrevive a la propia muerte cuando es salvada por los hermanos. Según Pinkola, el hombre de la historia encarna al depredador, es decir, esa energía que paraliza la psique, le impide ser ella misma, la aleja de su intuición y la lleva a seguir solo el camino que dictó la cultura. Y agrega que la presencia de este factor explica por qué algunas mujeres que dicen desear una relación harán todo lo posible por sabotearla o por qué algunas personas se fijan objetivos que no cumplen y terminan con un sentimient­o de desprecio hacia ellas mismas. Marta Cecilia Gutiérrez, psicóloga que trabaja con niños y familias, dice que además de analizar con profundida­d ciertos relatos, el libro aborda una categoría de lo femenino, es decir, ese saber conectarse con otras personas. Y dice que al mencionar lo femenino no se refiere solo a mujeres sino también a esa capaci- dad que también tienen los hombres de relacionar­se, entender el valor de las emociones y conocer que somos productos de culturas ancestrale­s con fuerzas emocionale­s que a veces reprimimos o no sabemos manejar adecuadame­nte. Dice que el mensaje del libro tiene que ver con el significad­o de las relaciones humanas. “No se trata de decir que algo es bueno o es malo, es reconocer si uno está siguiendo o no un patrón que construye la cultura. Es saber si a uno le puede pasar lo que ocurrió a la protagonis­ta del cuento ‘Las Zapatillas Rojas’, que deja su vida por un deseo y al final se siente mal por haberse traicionad­o a ella misma”. La incapacida­d de dejar la sumisión o salirse del patrón que dicta el estrato y el miedo de tomar un camino liberador o distinto, son causa central de la agresivida­d creciente en calles y redes sociales

La incapacida­d de dejar la sumisión y el miedo de tomar un camino liberador, son causa central de la agresivida­d creciente en calles y redes sociales.

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