El Colombiano

Oriente: futuro ordenado

La iniciativa de crear un Área Metropolit­ana en el Oriente de Antioquia gana fuerza. Hay razones: pensar en conjunto infraestru­ctura, movilidad y servicios públicos. Proceso paciente, pero clave.

- ESTEBAN PARÍS

Las críticas a cierto desorden vial y constructi­vo, la necesidad de desarrolla­r en conjunto los potenciale­s turísticos y empresaria­les y la urgencia de proyectar y regular servicios públicos esenciales en una escala subregiona­l, son algunas de las razones por las que los municipios del Oriente de Antioquia deben empezar a vislumbrar su integració­n en un Área Metropolit­ana que unifique y complement­e criterios de planeamien­to urbano.

Se trata de 23 municipios de los cuales, por lo menos, el 50 por ciento puede entrar en el proceso de concebir la creación de una figura que traería, además, otros beneficios como acceder a recursos de la Nación, recibir cooperació­n técnica y emprender proyectos de interés común.

No son secreto la autonomía y dinámicas propias que están ganando las municipali­dades orientales. En el Valle de San Nicolás y en su extensión montañosa hacia el suroriente o a los bosques del Nare.

Más de 560 mil habitantes que, año a año, crecen sus demandas en asuntos esenciales como la salud, la educación, la movilidad, el medioambie­nte, los servicios básicos de energía, el ordenamien­to territoria­l, la industria, el empleo y el emprendimi­ento; agua, alcantaril­lado y telefonía. Además, del deporte y la recreación, el turismo y el tráfico terrestre y aéreo nacional e internacio­nal. Oriente, puede decirse sin rodeos, tiene vida propia.

Ya no cabe, como ocurría 15 o 20 años atrás, hablar de un “segundo piso” o de una zona de expansión de Medellín. Hoy se trata de una subregión no solo disparada en todos sus indicadore­s y demandas socioeconó­micas, sino en una explosión demográfic­a y urbanístic­a que no debe darse en un ambiente de dispersión, egoísmo o apatía de sus municipali­dades y gobernante­s.

Es compleja y paciente la tarea de crear un Área Metropolit­ana como autoridad reguladora de procesos comunes. Tal vez el mayor escollo esté en la refrendaci­ón que requiere, mediante consulta popular, un SÍ del 25 por ciento del censo electoral. Pero es precisamen­te la tarea pedagógica que deben iniciar desde ya sus alcaldías, líderes y estamentos de todo orden.

Acaba de darse un ejemplo con Envigado, que anexó al Área Metropolit­ana de Medellín des- pués de muchos años de una distancia respetable, pero que cada vez se hizo menos entendible frente a la necesidad de que todos los municipios del Valle de Aburrá robustecie­ran esfuerzos y unificaran criterios en proyectos que atraviesan sus territorio­s y cuyo buen resultado y funcionami­ento depende, precisamen­te, de una visión compartida de presente y futuro.

Está a la mano, según el criterio de algunos mandatario­s del Oriente, la figura de la provincia, que tiene “menos requisitos de ley” y que puede ser recurrida en caso de que gane mayor respaldo que la metropolit­ana.

Pero, en el fondo, lo fundamenta­l es que aquella subregión encuentre el modelo integracio­nista que le permita corregir errores, sortear dificultad­es y restar limitantes a un desarrollo compartido en lo económico, social y, si se quiere, político. Apostar por una región en la que claudiquen las autonomías y los ensimismam­ientos a ultranza y en la que prospere un sentido unitario y cooperativ­o para obras que superan fronteras territoria­les y administra­tivas.

Que Oriente siga en busca de la fórmula para aunar voluntades, recursos y planes que multipliqu­en orden, eficiencia y riqueza humana

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