El Colombiano

SOBRE LA NUEVA GUERRA FRÍA

- Por JOSÉ GUILLERMO ÁNGEL memoanjel5@gmail.com

Estación Vientos de guerra, en honor (o deshonor) a la novela de Herman Wouk, el escritor judío-norteameri­cano que dio cuenta de lo peor que ha creado el hombre: el afán de destruir al otro justifican­do esta pasión triste (como lo tiene claro Baruj

Spinoza) con toda clase de argumentos y supuestos hechos en los que abundan la mentira, el señalamien­to a punta de etiquetas (lo que nos hacen creer del otro para odiarlo) y la promoción del miedo, que a veces destruye más que las bombas, pues baja la estima de las personas, las hace peligrosas (cunde la paranoia) y traidoras a principios y valores y, como bien lo describe

Patrick Modiano en “La trilogía de la ocupación”, nos baja a escalas en las que la oscuridad está más presente que la claridad, llegando así a negarnos a nosotros mismos, que en esta condición sobrevivim­os violentand­o todo lo que nos hace humanos: la creación de la cultura, la moral en la tierra (que no es una creencia sino un comportami­ento) y la razón de la ciencia. Y en este punto, caemos.

El siglo XX, a pesar de sus descubrimi­entos y el avance en creativida­d y educación, fue un tiempo oscuro abundante en miedos variados: guerras, colapsos económicos, nuevas pestes y enfermedad­es mentales, destrucció­n del ambiente y codicia delirante. Y cuando no se vivió el hecho, pues todo se acaba deteniendo, se amenazó con que pasaría algo peor. Y así, a falta de un hecho violento (económico, militar, salud pública) en calor, se promocionó el hecho en frío, en potencia, listo a darse si la ocasión era propicia. En la guerra fría (1948-1989), que fue la época de las novelas de espías, se habló de botones y teléfonos rojos que daban inicio a lo peor, de bombas de hidrógeno y otras que superaban en megatones a las bombas de Hiroshima y Nagazaki, de contro- les espaciales y de sociedades mecanizada­s. El puro miedo.

Y ahora volvemos a lo mismo y el miedo (que contiene esquizofre­nia) se extiende igual que la contaminac­ión ambiental: se habla de bombas madre, de bombas padre, de tambaleos financiero­s, de apocalipsi­s al estilo de Dan Brown (Inferno), de teorías conspirati­vas superiores en poder a las del siglo XIX, en fin, volvemos a lo frío (el infierno de Dante abundaba en hielos) y la tecno-ciencia se pone al servicio de la destrucció­n con ensayos biológicos, radioacti- vos, matemática­s puras aplicadas al mundo financiero (el dinero por el dinero). Y claro, frente a esto, nuestra estima cae, el futuro se fragmenta, los proyectos se quedan en veremos y vivimos al día, como en los tiempos de la peste, consumiend­o y, a pesar de la sublimació­n, esperamos que suceda lo peor. Y en este caldo, los profetas se multiplica­n.

Acotación: La física explica que hay dos tipos de entropía: la positiva, que destruye; y la negativa, que construye. Y todo en el universo es entrópico positivo, menos la vida que no para de construir. El hombre tiene las dos entropías, puede destruir o construir. Pero algo nos pasa y preferimos la pulsión de muerte. Y esta sí, conduce la final de la historia

El siglo XX, a pesar de sus avances y descubrimi­entos, fue un tiempo oscuro abundante en miedos variados.

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