EN LA PIEL DEL OTRO
La próxima semana se inaugura en el Galería de la Oficina una de las últimas exposiciones que Alberto Sierra dejó esbozadas antes de morir, me correspondió concluir su labor, las imágenes de Jesús Abad Colorado ( sobre el conflicto colombiano) serán ese documento, Sierra con su ojo certero halló en medio de esas fotografías de dolor, escenas de ternura y esperanza, el siguiente es un fragmento del texto que escribí para la exposición.
Este largo conflicto nuestro ha envilecido todo. Muchas de la imágenes que ha producido Jesús Abad Colora
do son la mortaja que sirve como testimonio de esta barbarie, son el sudario que guarda la memoria de la ignominia humana, son un espacio en el que mora el recuerdo, pero también, el lugar en el que habita la inocencia y la ternura.
Durante 25 años él ha fotografiado las diversas caras del conflicto armado, lo registra no para la prensa sino como un ejercicio de memoria y reflexión, porque dejar un testimonio de esta guerra es para él un deber ético, un ejercicio de solidaridad. La imagen fotográfica le permite sobrevivir a la víctima, estar presente, ser relato de su propia ausencia, la llena de dignidad, la hace eterna. En este inventario de dolor y resistencias y gracias a que su visión no está puesta al servicio de poderes políticos o económicos, Abad Colorado se aproxima al territorio lleno de sensibilidad y desprovisto de prejuicios, lo lee, lo entiende y lo habita, desde ese contexto produce las imágenes que dan fe del suceso y que nos ayudarán a recomponer los fragmentos del cristal que la guerra rompió, ahí ve, escarba, rastrea y encuentra dentro de los escombros y el llanto, el asombro que produce la ternura, porque en ella se reafirma la posibilidad de la esperanza.
Aunque se trate de víctimas o victimarios Jesús los hace suyos y convierte en parte de sí los nombres y las historias de cada uno de los sujetos retratados, hay un gesto solidario que lo hermana con ellos, que humaniza al otro y que encuentra en ese territorio que habita el horror, la posibilidad del amor, respetar (lo) y transmutarse en él para entender (lo) le permiten construir su estética, plena de ética.
Al dignificar los sujetos, los llena de sensibilidad; la compasión y la ternura son las pulsaciones con las que alimenta su mirada, que le permiten descubrir y ver “la dignidad, la belleza, la fuerza de tantos hombres y mujeres que en circunstancias difíciles siguen creyendo, educando, sembrando, haciendo constantemente un homenaje a la vida”.
En sus últimas fotografías deslumbran unos increíbles cielos estrellados en lugares donde se ofendió la vida. Es menguante, no hay luna y se ven las estrellas, época de corte o de siembra, esos cielos son los tableros del campo, las estrellas son brújula y bitácora. Las imágenes tienen que ver con la esperanza en regiones apartadas, en las que la única guía son las estrellas. Esas fotografías hablan de sueños y vida, de ilusión, de destellos fugaces que iluminan el mañana de esta historia, que no es la de otros, sino la de todos nosotros.
Ojalá estas imágenes que son un reclamo a la memoria, un manifiesto contra el olvido y caligrafía de la esperanza expresada en los rostros de la Colombia ignorada, nos ayuden a entender que toda guerra es la derrota de todos
Aunque se trate de víctimas o victimarios, Jesús los hace suyos y convierte en parte de sí los nombres y las historias de cada uno de los sujetos retratados, hay un gesto solidario que lo hermana con ellos.