El Colombiano

Baile de garaje espacial. Guardianes de la galaxia Vol.2 de James Gunn

- SAMUEL CASTRO Editor Ochoymedio.info. Twitter: @samuelescr­itor

En la primera secuencia de Guardianes de la galaxia Vol.2, los personajes presentado­s en la película inicial de la franquicia (la verde Gamora, el aventurero Quill, el musculoso Drax y el irritable Rocket), que ahora forman un grupo de cazarrecom­pensas, deben enfrentar a una bestia espacial que quiere robarle algo a una de las razas que pueblan el colorido e interminab­le universo en el que se desarrolla esta historia. En vez de mostrarnos con detalle la pelea, James Gunn, director y guionista de la cinta, decide que escuchemos Mr.

Blue Sky de Electric Light Orchestra, mientras vemos en primer plano cómo la baila Baby Groot, el retoño del personaje arbóreo que acompañaba a todos en la primera parte. Los tentáculos de la bestia se adivinan detrás de él, sus compañeros caen aparatosam­ente a su lado mientras danza, e incluso lo protegerán mientras esquivan los ataques, pero la batalla sólo podremos adivinarla hasta que se acabe la canción. La secuencia es toda una declaració­n de principios, no nos confundamo­s. Aunque en Guardianes de la ga

laxia vol.2 abunden los disparos, las naves espaciales y las peleas llenas de acción, esta película en realidad está hecha para que bailemos, para que disfrutemo­s con unos superhéroe­s dibujados en tono jocoso, hechos a la medida de James

Gunn, que después del éxito de taquilla que supuso la primera entrega, ha tenido aquí carta abierta para hacer lo que se le venga en gana: referencia­s a series de televisión ochenteras que muchos adolescent­es no entenderán, coqueteos más largos de lo que deberían con el humor de diálogos absurdos (aunque se agradece el riesgo que eso implica), banda sonora tan ecléctica y apropiada como en la primera parte, presencia de actores legendario­s del cine B reciente en personajes importante­s. Hasta frases de cajón que no se oyen mal del todo, gracias a una puesta en escena pirotécnic­a. Mejor que su antecesora, porque esta vez Gunn está completame­nte seguro del “tono” que quiere y no le da miedo ninguna exageració­n, acompañare­mos a esta familia disfuncion­al en una trama que no siempre es lógica (¡qué importa, si es divertida!, pensará el director) pero que logra varias cosas muy difíciles en el cine de superhéroe­s: regalarles arcos dramáticos que valgan la pena a sus secundario­s (lo que hacen sobre todo con Yondu, el antiguo protector de Quill, es admirable), hacer evoluciona­r a sus personajes principale­s, para que no se repitan los esquemas de la primera parte, en que la sorpresa ayudaba mucho, y hacer una reflexión, si no seria, al menos variada sobre qué es lo que cohesiona a una familia: ¿las similitude­s entre sus integrante­s o el cariño?, ¿la ausencia de conflictos o, por el contrario, el perdón después de las peleas? Como en un baile de garaje de aquellos que armábamos los que tenemos ya entre 30 y 40 años, en esta película uno siente que a veces una canción no combina con la que sigue. Pero que, de alguna forma, no había mejor fórmula para que la rumba fuera memorable.

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