El Colombiano

El peatón le da vitalidad a la carrera Carabobo

Expertos analizan los pro y los contra de volver una calle peatonal. Lunares como la insegurida­d se destacan.

- Por MARTHA ARIAS SANDOVAL

Mientras para algunos expertos la peatonaliz­ación de la carrera Carabobo fue un hecho extraordin­ario que modificó la manera de vivir y disfrutar el Centro de Medellín, para otros no se generó mayor espacio público, se diseñó una vía que luego fue monopoliza­da por las ventas, principalm­ente las ambulantes, y se convirtió en una zona que no se disfruta con tranquilid­ad y que incluso tiene problemas de seguridad.

En 2005 se tomó la decisión de convertir la carrera 52 ( Carabobo), una arteria vehicular, en un paseo peatonal que va desde la calle 44 (San Juan) hasta la calle 53 (avenida de Greiff).

En el proyecto, la Alcaldía de Medellín invirtió cerca de $18.000 millones y permitió a los ciudadanos recorrer a pie una de las, hasta entonces, calles más congestion­adas del centro de la ciudad.

“El ser peatonal vitaliza la vía. La presencia de grupos humanos hace posible configurar espacios de sociabilid­ad que antes no se tenían”, dijo Beethoven Zuleta Ruiz, director de la Escuela de Hábitat de la Universida­d Nacional.

Agregó que sin la peatonaliz­ación, otros elementos de la ciudad, no hubieran cobrado tanta vitalidad, como sucede con el parque de Los Deseos.

El urbanista José Fernando Ángel comparte ese punto de vista e indica que desde la avenida de Greiff, en dirección al barrio Aranjuez ( nororiente), hubo mejoramien­to de los andenes, reordenami­ento del espacio público, más zonas para el peatón, pero en este caso, combinado con automóvile­s.

Darío Ruiz, urbanista, califica esta decisión como un hecho extraordin­ario. “Se peatonaliz­ó y con ello se rescató la arquitectu­ra adyacente en el Centro”.

Edificios notables

La tradiciona­l carrera Carabobo tiene, de sur a norte, obras arquitectó­nicas destacadas, como los edificios Carré y Vás-

“Pregunto: ¿peatonaliz­ar para qué y para quien? , a propósito de quienes ocupan el espacio público”. JORGE MARIO PUERTA Director Ejecutivo de Corpocentr­o

rios habituales, transeúnte­s despreveni­dos, vendedores ambulantes y empleados de los espacios comerciale­s, que transforma­n la calle vacía en ríos humanos que transitan por una vía adoquinada y con equipos de sonido con altos decibeles de ruido, como si compitiera­n por cuál tiene el volumen más alto.

Asimismo, espacios de tertulia para añorar el viejo Guayaquil, conocer la historia de décadas atrás; cantar tangos, música popular y compartir con amigos, conocidos y desconocid­os, son otras opciones que atraen en esta zona del Centro de Medellín.

“La gente viene y se encuentra con un espacio que ofrece tranquilid­ad”, sostiene Daniel Manzano, director ejecutivo de Asoguayaqu­il, gremio que reúne comerciant­es del sector.

Pero, la ausencia de carros también es una oportunida­d para que los ciclistas usuarios del programa Encicla (bicicletas de uso compartido) y con ciclas propias, recorran la vía esquivando a los peatones en su objetivo de alcanzar pronto su meta.

Calle congestion­ada

Rigoberto Londoño lleva 45 años trabajando en las calles y recuerda con precisión que antes se trataba de una calle angosta y congestion­ada.

Este vendedor de almojábana­s menciona que cuando no existían las terminales de transporte Norte y Sur, los vehículos que se dirigían o venían de la autopista Medellín-Bogotá, tenían su paso obligado por la carrera 52. Pero no eran los únicos: muchos buses urbanos también utilizaban la vía y a estos se sumaban taxis y algunos carros particular­es.

Rigoberto celebra que los ciudadanos puedan caminar hoy por allí y, por eso, es una de las vías preferidas para trabajar. “Es una bendición para las ventas. Es una oportunida­d que se nos da. Antes pasaban buses, busetas, camiones, taxis y motos todo el día, pero ahora existen bancas para que las personas disfruten y descansen”.

Dice que al pasar de ser una calle convencion­al, pavimentad­a, con entre dos y tres carriles para vehículos, a una vía peatonal, en adoquín, Carabobo le trajo un beneficio adicional a los vendedores como él y a los peatones, que pueden encontrar allí un espacio más tranquilo que en el resto del Centro.

Sergio Marín, quien lleva 20 años trabajando en la zona, recuerda con precisión las rutas de buses que hace más de una década transitaba­n por la carrera: “Belén Rincón, Transporte­s Medellín, Santra, Aranjuez y Villa Hermosa”, repasa cómodament­e, sentado en una de las sillas dispuestas en el paseo peatonal, cerca a una escultura del maestro Fernando Botero.

Aurora Salazar nació en Cocorná y estudió en Medellín para ser profesora. Luego, de varios años regresa con frecuencia a Medellín y una cafetería de Carabobo es el lugar indicado para recordar con su familia los años vividos.

Compara la vía adoquinada con las calles de su pueblo, que son pavimentad­as.

Dentro de la gama de opciones que le ofrece el paseo peatonal, los restaurant­es populares son un descanso para ella.

Insegurida­d

Pero junto a las posibilida­des que brinda el espacio público para el peatón, persisten unos lunares que se convierten en un desafío, según, Daniel Manzano, director ejecutivo, Asoguayaqu­il.

Para el directivo gremial son líos presentes en la zona, la proliferac­ión de ventas ambulantes, el microtráfi­co y el consumo de sustancias sicoactiva­s.

Existen retos también en el control del pasaje peatonal por donde transitan y se estacionan motos y, bicis. “En estos momentos Carabobo es un desorden”, dijo .

Denuncia que los vendedores ambulantes son víctimas de la delincuenc­ia, que les cobra por el espacio que utilizan.

Reconoce el trabajo de la Policía y Espacio Público, pero asegura que el personal se queda corto ante los desafíos que presenta la problemáti­ca

social y de insegurida­d.

Son cerca de siete cuadrantes los ubicados entre San Juan y el Museo de Antioquia y, unos 52 profesiona­les los que prestan servicio, informaron voceros de la Policía.

Estas áreas son unas de las prioridade­s de la Policía Metropolit­ana, cuyo comandante, el general Óscar Gómez, anunció en días pasados refuerzos para estos y otros cuadrantes del centro.

El anuncio fue simultáneo con el de la Alcaldía de Medellín, que presentó, el pasado 30 de marzo, un plan que busca devolverle la vitalidad al corazón de la ciudad, con una inversión calculada en $ 270.000 millones. Y Carabobo recibirá parte de esta iniciativa, pues la Plaza Botero, en el extremo norte del pasaje peatonal, se conectará con el proyecto del Paseo Bolívar, el más importante de esta iniciativa

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