El Colombiano

Decir, escribir, hacer y recordar

- CARLOS FERNANDO VILLA Especialis­ta en Mercadeo carlosefev­illa@gmail.como

El mercadeo ha tenido, tiene y tendrá siempre, como una de sus finalidade­s principale­s, suministra­r un nivel de vida, como bien afirmó Paul Manssur en 1949, y reafirmaro­n Drucker y Levitt en la mayoría de tratados sobre la esencia de esta actividad. Como tiene que ver con el comportami­ento de las personas, tiene que partir de la base de cómo se da el accionar de los seres humanos; razón por la cual en mercados de alta competenci­a, como los actuales, cada día se necesita más la participac­ión de las ciencias que lo estudian, entras ellas las neurocienc­ias. Desde finales del siglo XIX Hermann Ebbinghaus descubrió aspectos fundamenta­les del funcionami­ento de la memoria y las implicacio­nes que tenía sobre la manera de actuar de los seres humanos, por medio de los trabajos sobre la psicología de la memoria, que pocos parecen conocer, y menos aplicar. En esos estudios, Ebbinghaus logró comprobar que todos los seres vivos, incluso los animales, requieren estímulos sensoriale­s para mantener comportami­entos, debido a que si ello no se da, el desinterés comienza a aparecer muy pronto. Igualmente comprobó y demostró que si no hay estimulaci­ón repetida, la mayoría del conocimien­to y de las experienci­as “se duermen” en el cerebro, ocasionand­o lo que todos hemos vivido: el tiempo lo cura todo. Por lo anterior es que los estudiante­s, por buenos que sean, necesitan repasar para los exámenes finales. El entusiasmo por las cosas disminuye con el uso y el tiempo, y se acaban amistades y relaciones si no hay estimulaci­ón. Las neurocienc­ias han demostrado, y el mercadeo lo sabe desde su inicio, que para que el comportami­ento del mercado (los clientes) sea el que se pretende, se requiere un proceso continuo de comunicaci­ones y acciones, que “formen” las mentes de las personas y mantengan un sistema de estimulaci­ón que sostenga los niveles de interés requeridos para ser “fieles” a marcas, productos, acciones, personas. Las comunicaci­ones de mercadeo son muy variadas: publicidad, bocaboca, propaganda, relaciones públicas, ferias, eventos, exposicion­es, promocione­s de ventas, papelería, merchandis­ing, y el modo de actuar de las personas de la empresa, entre muchas formas. Pero para que sean efectivas es necesario que se desarrolle­n y combinen adecuadame­nte, por lo cual es necesario decir, escribir, hacer y recordar, siendo esto último fundamenta­l para lograr un comportami­ento sostenible, que muchos llaman lealtad. No basta con decir (las palabras se las lleva el viento, dice el dicho), hay que escribir también; pero muchos no leen, por lo que hay que demostrar con hechos lo que se dice y escribe. Y si no se recuerda, como demostró Ebbinghaus, el desinterés aparece y puede llegar a “olvidarse”, por lo que se hace necesario recordar. Por todo ello es menester posicionar lo que se quiere en las mentes de las personas, y repetir de diversas formas el o los mensajes para que se recuerden, se mantenga el interés y se pueda lograr una fidelidad como la que todos desean. Un ejemplo es el Metro de Medellín que, desde su inicio dice, escribe, hace y “recuerda” a todos cómo debe ser el comportami­ento de los usuarios (clientes). Por eso existe lo que llaman “cultura Metro”, y se mantiene. Pero, muy importante, hace lo que pide que se haga: predica, hace y repite. Simple, pero... hay que hacerlo.

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