Los anhelos y reclamos marcharon por el trabajo
En Medellín participaron de la jornada desde jubilados, que no faltan a cada primero de mayo, hasta estudiantes preocupados por su futuro laboral.
El jubilado Juan García, el estudiante Camilo Gallego, el desempleado Carlos Tabares y la trabajadora Gladys Palacio no se conocen, pero ayer salieron temprano de sus casas a levantar su voz por los derechos del trabajador colombiano, desde el Parque de los Deseos hasta el Parque de las Luces.
Entre ventas informales y proclamas como !Ni Uribe ni Santos! y !Abajo la tercerización laboral ilegal!, comenzó a las ocho y media la tradicional marcha del primero de mayo, a la que se sumaron unas 10.000 personas, según la seccional Antioquia de la Confederación General del Trabajo (CGT).
Encabezando la manifestación, se encontraban los representantes la Central Unitaria de Trabajadores de Colombia (CUT) de Antioquia. “Los impuestos que paga el trabajador lo están ahogando”, manifestó Fernando Pérez, presidente de esa central obrera en Antioquia. Además, pidió al Gobierno seguir adelante con el proyecto de recuperación de horas extras, “que prometió Santos durante su campaña”.
Cerca de Pérez, estaba Rubén Darío Gómez, presidente de la CGT, quien recordó que la precarización laboral es grande y se ha incumplido el pago de horas extras nocturnas, festivas y dominicales.
Los problemas marchan
De espaldas a los líderes sindicales, organizaba a sus compañeros Juan David Piedrahíta, presidente de la Asociación Nacional de Comercios Menores (Asonalcom) en la ciudad.
El representante dijo que buscan pasar de un comercio informal a uno formal, justo en una ciudad donde los ocupados que trabajan sin todas las garan- tías de ley, son 42 de cada 100, según las cifras del Dane.
También Piedrahíta hace parte de ese 65 % de trabajadores colombianos que son informales por falta de plenas prestaciones sociales, según un estudio reciente de la Universidad del Rosario.
Más atrás, con pancartas y megáfonos, empleados de la empresa Transportadora de Valores del Sur, asociados en el Sindicato Único de Vigilantes de Colombia (Sinuvicol), comunicaban su insatisfacción por el reemplazo de empleados directamente vinculados a la compañía por trabajadores en misión.
Sus quejas se corresponden con lo evidenciado en Colombia: cerca de un 73 % del total de ocupados tenía el año pasado un empleo precario, es decir, sin contrato a término fijo o vinculados por empresas de servicios temporales o coopera- tivas de trabajo, según el más reciente informe de coyuntura laboral de la Escuela Nacional Sindical (ENS).
En la marcha también estuvieron Juan García e Iván Montoya, octogenarios jubilados de Cementos del Nare. Afirmaron que desde que tienen idea de los “atropellos a la clase obrera” no han faltado a la cita anual. Estos amigos, que vienen juntos a la jornada desde 1960, coinciden en que en Colombia “no ha habido un solo Gobierno obrerista”.
De las dudas a las angustias
Entre universitarios y egresados, Camilo Gallego, estudiante de sociología de la Universidad de Antioquia, señaló que el mercado laboral le genera incertidumbre y se une al reclamo dirigido a los empleadores que piden experiencia a quienes acaban de egresar.
La preocupación de Gallego es la realidad de Carlos Tabares, que lleva seis años desempleado. Cuenta que llegó hasta quinto de primaria, “pero sabe de construcción, de zapatería, es músico, caficultor y desempleado por obligación”.
Además, Tabares dice que por ser un adulto mayor “solo tiene derecho a votar en elecciones. Vivimos en un sistema de supervivencia al desnudo, aunque tengamos ropa puesta”.
Más atrás, sostenía Eustorgio López Garcés una tela que se extendía de lado a lado de la calle, con el nombre Asociación de Usuaruis de Servicios de Salud (Asudesa). El chocoano relató que desde que se pensionó ha entregado sus días a defender los derechos de los usuarios de las entidades de salud. “No hay tutela que sirva ya”, se quejó el tecnólogo en mecánica industrial.
A su izquierda iba Gloria Palacio, de Sintratextil, sindicato de los trabajadores de la industria textil, quien llevaba de la mano a su hijo.
Uniformados de azul, caminaban los miembros de la Asociación Nacional de Empleados de Tránsito y Transporte (Andett). Levantaron la voz para reclamar a la Alcaldía de Medellín el convenio que suscribieron con la Policía Nacional para la prestación de los servicios de tránsito.
“Esto contraría un acuerdo establecido previamente que afirma que la cabeza de tránsito en la ciudad es únicamente la de los azules”, dijo el presidente de la Asociación, Gustavo Mejía Suárez.
Detrás de los agentes de tránsito, miembros del sindicato de trabajadores de Isagén (Sintraisagén) lloraban simbólicamente a los muertos de la privatización de la participación accionaria de la Nación. “Estamos enterrando el patrimonio público”, manifestó su vicepresidenta Luz Adriana Álvarez.
Vestidas de morado, la Red de Feministas Antimilitaristas, protestaban por la explotación laboral de su género, “que a parte de trabajar en una empresa o en el sector informal, debe trabajar en la casa”.
Uno por uno, sindicalistas, empleados, desempleados, jubilados y estudiantes finalizaron una jornada que, a diferencia de otras, transcurrió en calma al mediodía en el Parque de las Luces