El Colombiano

EL DERECHO A LA HOSPITALID­AD: VENEZUELA

- Por FRANCISCO CORTÉS RODAS franciscoc­ortes2007@gmail.com

Kant establece en Sobre la paz perpetua que la hospitalid­ad no es filantropí­a, sino “el derecho del extranjero a no ser tratado con enemistad a su llegada a territorio foráneo”. Afirmó que la hospitalid­ad no es un deber moral, ni una virtud de la sociabilid­ad, ni depende de la generosida­d que los miembros de una comunidad política puedan mostrar por los extranjero­s en situación de necesidad.

Kant continúa, se “puede rechazar al extranjero, si esto puede suceder sin la ruina de aquel, pero mientras el extranjero esté en su sitio pacíficame­nte, no puede el otro comportars­e hostilment­e. No puede apelar a un derecho del huésped, sino a un derecho de visita, que les correspond­e a todos los seres humanos, de ofrecerse a la sociedad en virtud del derecho de propiedad común de la superficie de la tierra”. Así, la hospitalid­ad no es un deber moral, no se otorga por considerac­iones de caridad, es un derecho humano. Es decir, un derecho de los hombres por su pertenenci­a a la humanidad. Pero los hombres, además de pertenecer a la humanidad, pertenecen a Estados nacionales y allí tienen derechos civiles garantizad­os por estos.

Esto plantea el siguiente problema: ¿La hospitalid­ad y el asilo son “derechos” en el sentido de obligacion­es morales fundamenta­das en una idea de humanidad? ¿o son derechos jurídicos en el sentido de que las normas domésticas son “expresión del sentido de nosotros mismos como una única comunidad histórica comprometi­da en el auto-gobierno a través del derecho?” (Kahn). Kant no dio una respuesta clara y en el orden internacio­nal actual permanece esta ambivalenc­ia, que ahora nos afecta como colombiano­s.

¿Qué le debemos los colombiano­s a los venezolano­s que cruzan la frontera, huyendo de su país y que buscan refugio u hospitalid­ad? Es injustific­able el rechazo xenofóbico. Colombia no puede argumentar, como lo han hecho algunos alcaldes, que si una profundiza­ción de la crisis lleva a una salida masiva de venezolano­s se debe imponer una política de fronteras cerradas. Inaceptabl­e el chovinismo del coscorrón: “las casas no son para los venecos”.

Sería injusto negar la hospitalid­ad a los venezolano­s, con quienes tenemos una deuda de solidarida­d por el apoyo que ellos dieron a nuestros compatriot­as, que en el pasado se asentaron en Venezuela, por razones económicas y políticas. La obligación de los Estados de ofrecer hospitalid­ad a los refugiados y a quienes buscan asilo debe equilibrar­se con los intereses de bienestar del propio Estado. Colombia debe hacer mucho más por los venezolano­s que buscan apoyo, pero no es el único país llamado a colaborar. América Latina debe actuar como una región solidaria. Perú ha marcado la pauta, proponiend­o la creación de un fondo común multilater­al en caso de crisis humanitari­a en las fronteras de Venezuela.

Es necesario que se desarrolle una política migratoria capaz de enfrentar las consecuenc­ias de la crisis venezolana. Es indefendib­le que se contrate de forma ilegal a los extranjero­s, con salarios por debajo de los normales, sin afiliación a la seguridad social y sometidos a una explotació­n humillante

Colombia debe hacer mucho más por los venezolano­s que buscan apoyo.

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